Ser mamá es un reto, pero ser madre, cabeza de familia y entrenadora de alto rendimiento, es una labor titánica que Graciela Terán ha sabido enfrentar. La especialista en pruebas de marcha atlética ha vivido difíciles momentos al lado de sus hijos, Mariela y Eder Sanchez; él medallista mundial. El momento más duro: perder a su esposo Víctor Sánchez.

Por más de 10 años, Víctor Sánchez planificó que su hijo Eder alcanzaría su máximo desarrollo deportivo en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Los resultados avalaban la meta: en 2008 ganó bronce en la Copa del Mundo y en 2009 logró bronce mundial en los 20km de marcha; sin embargo, en marzo del año pasado, Víctor falleció, dejó como herencia el plan de entrenamiento de su hijo, para llegar a la meta de toda una vida.

No había otras manos en las cuales confiar el cuaderno que resguardaba un proyecto de vida, más que las de su madre: Graciela Terán, quien encontró la fortaleza no sólo para sacar adelante a sus hijos, sino además, encumbrar la carrera de Eder en Londres 2012, a pesar de las críticas de dejar a una mujer el futuro de un atleta de alto rendimiento.

“Soy mujer, puedo trabajar igual que un hombre y lo demostré. No ha sido fácil. Llegar a Juegos Olímpicos no fue sencillo, porque tuvimos que aguantar muchas dificultades y tener mucha fortaleza ante el dolor, ante la pérdida, tuvimos que concentrarnos y tener mucho ánimo para sacar adelante el trabajo que por muchos años Víctor estuvo soñando. Fue muy difícil perderlo, pero habría sido más difícil quedarnos llorando y no luchar por ese sueño”, explicó Graciela.

En Londres 2012, Eder vivió sus segundos Olímpicos y culminó en el sexto puesto; para Graciela, el resultado no fue bien visto en el país. “Sabemos que a México no le gusta un sexto lugar, que lo que gusta son las medallas, pero no fue nada sencillo llegar a esos Olímpicos, y estar entre los ocho mejores es un buen resultado; fue difícil por las lesiones, por el ánimo, por la adaptación que debimos intentar tan rápido para trabajar, por encima del dolor”, agregó la entrenadora y madre de Eder.

Como mamá, Graciela enseñó a caminar a Eder y después fue su primera entrenadora; pero después su padre se encargó de su carrera deportiva y ella se volvió su asistente, en un equipo de trabajo que aglomeraba a de más de 15 atletas.

A poco más de un año de la pérdida de Víctor Sánchez, y en este ciclo olímpico, Eder busca reiniciar las metas que su padre buscaba.

“No tuvimos tiempo de recapacitar. Sabemos que a su papá le gustaba esto [la marcha] y Eder lo seguirá haciendo bien”, recalcó Terán, quien se convirtió en la primera mamá mexicana que llevó a competir a su hijo a unos Juegos Olímpicos.

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