Al ritmo de Oribe Peralta, el América terminó bailado con el rostro avergonzado. Unos cuantos segundos de Hermosa inspiración, un regate de un divino talento que terminó en el gol que encabezó la remontada del Santos sobre el América (2-4) en el Azteca.

Puño levantado mientras el cuerpo del delantero lagunero se alzaba por el aire capitalino. Los gritos de la afición visitante retumbaban en medio del silencio y la frustración del americanismo. Las Águilas se han convertido en un equipo endeble atrás y capaz de dejar a su pueblo hundido en la decepción.

Oribe enmarcó un gol lleno de habilidad. Escondió el balón, lo pisó en el área, remató cruzado. El ariete de la Selección Nacional confirmó que su presencia en Brasil 2014 resulta vital. Ese 2-3 parcial del coahuilense selló el triunfo de su equipo. La resurrección albiverde se dio a costa de la tristeza amarilla.

Tres partidos en casa con derrota son muchos para un equipo que hizo del Coloso de Santa Úrsula una fortaleza inexpugnable. El divorcio del América de Antonio Mohamed con su tribuna está más que sellado.

La evidencia se dio al término del partido. Los pasos de los jugadores hacia el vestidor iban acompañados por la frustración de sus aficionados. En silencio, los seguidores de las Águilas volvieron a sentir la desazón de ver a su equipo incapaz de ganar en casa. El América se ha acostumbrado a amargar a sus fieles.

La tarde parecía amarilla. Todos los indicadores estaban encaminados hacia una goleada escandalosa contra Santos. Pero la aplanadora crema se apagó, luego de 11 minutos de arrollar a los laguneros.

Fueron 660 segundos en los que el América lució como en sus mejores años. Sólido, fuerte, veloz, contundente y preciso. Tiempo suficiente para comenzar a encaminar lo que se preveía como una victoria segura. Los Guerreros despertaron hasta que ya tenían dos goles a cuestas.

La alegría del América siempre se gesta a través de Rubens Sambueza. El zurdo es capaz de encender las gargantas de sus aficionados. Las emociones en la tribuna suelen comenzar cuando el nacido en Argentina tiene el balón en sus pies.

El ofensivo zurdo complació a los asistentes. Ni siquiera estaban todos los aficionados en sus asientos y Sambueza ya había puesto en ventaja a los de Coapa.

Primero, Rubens remató a merced un balón que rechazó Oswaldo Sánchez. Era el minuto 5 y Sambueza corrió hacia el banderín de córner para celebrar. El Azteca se le rindió.

De nuevo, el vértigo del volante amarillo generó un nuevo festejo en Santa Úrsula. Un centro preciso, sobre la marcha de Sambu lo empujó Andrés Ríos. El 2-0 (al 10’) predecía que el americanismo tendría un día de éxtasis. Mas en cuanto desapareció el baluarte azulcrema, el América de El Turco se extinguió.

Los Guerreros despertaron de su letargo. Golpeados dos veces recordaron que tienen la fuerza suficiente para resurgir y el Santos obtuvo su premio. El descuento lo marcó Carlos Darwin Quintero, a través de una precisa pared con Oribe Peralta. Antes del silbatazo de medio tiempo, la mejor versión lagunera comenzó a asfixiar a unos dóciles azulcremas.

En la reanudación, el duelo no cambió. La visita más cómoda que la localía y los de Torreón empataron el duelo con un trueno inclemente de Andrés Rentería (52’).

Después apareció Oribe Peralta, quien bailó a la defensa amarilla. Su gol fue demoledor para el América. El tanto de penalti de Juan Pablo Rodríguez sólo selló la amargura águila, que vuela bajo en casa para humillación de sus seguidores.

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