TEPIC.— Ningún examen sanguíneo lo puede detectar, pero hay un elemento que circula por las venas de Román Martínez que lo hace diferente. Ese componente es el bronce, medalla que la selección mexicana de los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 consiguió, y que Román heredó de su abuelo Francisco Kiko Martínez, integrante de aquel equipo que obtuvo lo que es hasta el momento el máximo logro en la historia del basquetbol mexicano.

Román, un delantero de 2.01m, nació en El Paso, Texas, pero el egresado de la universidad de Nuevo México no hace caso a las fronteras y responde a la herencia. Un linaje que busca extender en su paso por la quinteta mexicana.

“La meta es continuar con el legado de mi abuelo. Él ayudó a México a ganar la única medalla olímpica que tiene el país en el basquetbol. Es un honor continuar con la pasión que él una vez tuvo y yo ahora disfruto. Para mí es un orgullo representar mi cultura, representar a México. Amo jugar con la camiseta verde de mi país”, señaló Martínez, quien poco a poco se ha ganado un lugar en el combinado del coach Sergio Valdeolmillos.

En voz de su padre, y con algunos artículos publicados de la época, Román poco a poco ha encontrado varias similitudes con su abuelo Kiko, quien jugó en Estados Unidos con los Aggies de la Universidad de New Mexico A&M (hoy Universidad de New Mexico State).

“Yo soy un poco más alto. Mi abuelo midió 1.85m y tenía un cuerpo más atlético. Pero definitivamente, si hablamos de pasión y corazón por el juego, mi padre siempre me cuenta que tenemos el mismo amor. Me contó muchas historias de mi abuelo pasando largos periodos en el gimnasio, siendo coach, incluso de muy viejo.

“He encontrado varios artículos y reportajes que hablan de mi abuelo. Para mí fue increíble enterarme de que él es una leyenda en México y que a lo largo de su carrera recibió varios premios. De verdad me llena de orgullo continuar con el legado de mi abuelo”, sostuvo Román.

Basketball Man, como también se le conocía a Francisco Martínez, nació en Ciudad Juárez en 1910. Un año después se trasladó con sus padres a El Paso, donde comenzó a jugar baloncesto. Fue en la secundaria cuando Kiko fue invitado a viajar a Chihuahua, donde gran parte de su responsabilidad era jugar con el equipo de Dorados, donde fue detectado por el coach Alfonso Rojo de la Vega, quien le ofreció formar parte de las selecciones nacionales. Así, acudió a los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1935, y posteriormente a los Olímpicos de Berlín, donde México culminó detrás de Estados Unidos y Canadá.

Luego de su participación en los Juegos Olímpicos, Kiko regresó a Estados Unidos, donde se enroló en New Mexico A&M, donde jugó baloncesto y estudió ingeniería. Martínez se encuentra en el Salón de la Fama de New Mexico A&M.

“Es un orgullo seguir representando lo que hizo mi abuelo”.

Román Martínez busca ganarse un puesto en la selección que acudirá al Mundial de España, pues además de que sería la prolongación de lo que hizo su abuelo, regresaría a Gran Canaria, sede de México en el certamen internacional y donde Román jugó de manera profesional con el CB Gran Canaria en la ACB de España.

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