Raúl Gutiérrez es un técnico que cuida a sus muchachachos del asedio de la prensa. No con un afán de soberbia o sobreprotección, sino con un objetivo: que sus jugadores no se desconcentren en los momentos clave.

Ayer, después de la euforia causada por el pase a la final del Mundial Sub-17, El Potro cerró su entrenamiento a los ojos de la prensa.

Ni siquiera la Federación Mexicana de Futbol, a través de su oficina de prensa, enviaron comunicado alguno con alguna frase de los chavos que mañana disputarán el título del orbe ante Nigeria

Práctica similar se dio en la Copa del Mundo Infantil de 2011, en la que México salió campeón. Las entrevistas las dieron sus muchachos sólo en los tiempos específicos.

Incluso antes de que entraran en competición, los elementos del Tricolor infantil, tanto en las versiones de hace dos años como en la actual, no otrogaron charlas con los medios antes de los mundiales.

Ese “anonimato” le permite al estratega mexicano contar con futbolistas 100 por ciento metidos en los certámenes que disputan, para que no tengan la presión que se suele generar a nivel mediático.

Pese a esas medidas que suele tomar El Potro, no es un tipo rígido que aísle del todo a sus muchachos del mundo exterior.

Nunca ha mostrado dotes autoritarias, ni sus futbolistas se han quejado de algún entorno hostil o difícil. En cambio, ha podido tener un buen ambiente en sus planteles.

Al ex futbolista del Atlante y América le gusta que sus pupilos disfruten del cobijo de la familia, por lo que permite charlas con sus padres, amigos y familiares.

Sabe que una parte fundamental para los jóvenes futbolistas representan los consejos de los parientes, porque aún cuando pasan mucho tiempo bajo la mirada del entrenador, éste no tiene el tiempo que se requiere para solucionar todos problemas personales, pese a que no los obvia.

Eso sí, dentro de la competición, Gutiérrez hace que el grupo coma en el mismo lugar para que haya una convivencia sana entre cada uno de los elementos del Tricolor.

Además, les da rienda suelta a que los seleccionados utilicen sus celulares y sus redes sociales, mientras lo hagan con prudencia y disciplina. Las llamadas teléfonicas también están permitidas a ciertos horarios para que no interfieran con el plan de trabajo definido.

La de El Potro ha sido una disciplina flexible, indicada para muchachos que tienen 17 años. Lo que no quiere es que los reflectores los mareen. La fama vendrá después, el técnico lo sabe, pero primero necesita jugadores concentrados en coronarse campeones del mundo.

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