Ya no se limitan a sólo boxear. Se rehúsan a generar dinero nada más para el bolsillo de promotores y televisoras. Ahora también levantan la mano para formar parte del negocio. A actuar de forma más activa. Los pugilistas hoy en día también son promotores dispuestos a cuidar sus intereses.

Desde que a inicios del presente siglo el boxeador estadounidense Óscar de la Hoya logró consolidar con éxito una carrera como organizador de peleas cuando aún estaba en activo, cada vez son más los pugilistas que, con sus propias firmas, negocian carteles.

Una manera de ejercer el boxeo que en México también se ha adoptado. Así han surgido promotoras bajo la imagen de Érik Terrible Morales, Saúl Canelo Álvarez, Julio César Chávez Jr. o Juan Manuel Dinamita Márquez, entre otros.

“El saber qué dineros y cantidades se manejan es también importante. Yo creo que antes los peleadores sólo se subían a pelear y ya. Ahora es también importante forma parte de la promoción, de saber qué entró y salió, es algo fundamental”, dice el boxeador-promotor Juan Manuel Márquez, en entrevista con EL UNIVERSAL. “De saber acerca de los ingresos y egresos de toda función. También así se puede ayudar a los muchachos que vienen empujando fuerte en este deporte”.

Entrar en el negocio de la promoción les da más acción para formar carteles, pero también la exigencia de tener un propio capital, invertir y entrar en el difícil terreno de las negociaciones. Según diversas fuentes consultadas por este diario, una inversión promedio para un cartel modesto con una pelea en donde se exponga un título mundial a realizarse en territorio nacional, ronda el millón de pesos. En tanto que las ganancias netas para la promotora pueden llegar a 20 por ciento de lo invertido, en el mejor de los casos, aunque la mayoría de las veces se quedan “tablas”.

“La mayoría de las firmas de boxeadores son llevadas en asociación con otras personas. Pero no todas son promotoras como tal, pues no todos logran montar funciones periódicas y se quedan en el nombre”, apunta el promotor Sergio Cortés, de Punch Sports.

En sus más recientes peleas en Las Vegas y la ciudad de México, Dinamita Márquez, por ejemplo, exigió la aparición de su propia firma promotora Márquez Boxing con la idea de darla a conocer.

Pese a que sólo ha montado un cartel en la capital hasta el momento, también es una manera de hacerse presente en las negociaciones de las propias funciones de las que forma parte.

“Es una cuestión de querer estar más informados con nuestras peleas. Antes no sabía qué había detrás de eso. Así que creo que es un punto importante el tener la promotora para saber lo que se está haciendo detrás de una gran pelea”, agrega Juan Manuel.

Entre los retos más importantes para los promotores-boxeadores está el de aprender a negociar con televisoras, pugilistas y otros promotores. Un ejercicio del que no todos logran consolidarse.

Para Fernando Beltrán, promotor de la firma Zanfer, es una acción sana para el boxeo de paga. Incluso ha participado como copromotor con varios de sus pugilistas, como es el caso de Chávez Jr.

“Fíjate que es algo que me parece muy sano porque el explorar la experiencia que viven de cómo son tratados dentro de una empresa los invita a ser mejores como promotores, así como a tratar de ayudar a sus compañeros. Así han empezado muchas empresas que han tenido éxito. Aplaudo mucho que los boxeadores no sólo se preocupen por pelear, sino por seguir apoyando al boxeo”, destaca Beltrán.

El promotor de Zanfer comenta que no ve ninguna diferencia en la manera de hacer negocios con un boxeador-promotor.

“No les exijo mucho. Al contrario, los apoyo. Si ellos deciden estar en el tema de promoción, yo encantado. Tengo la fortuna de que me hayan escogido como copromotor. El estar cerca de ellos, no solamente cuando suben al cuadrilátero para estar peleando, a mí me enorgullece mucho”, apunta.

Para José Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo, no todos los pugilistas-promotores se desprenden de las malas costumbres de los empresarios y cuestiona el que tengan el poder para escoger a sus propios rivales.

“Escogen lo que les da su gana, lo que mejor les convenga. Si soy promotor, veo quiénes van a pelear y veo quién pelea conmigo. Su gran excepción fue Óscar de la Hoya, que le peleó a lo mejor que había en su momento”, resalta Sulaimán.

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