¡Verga violadora a la licuadora!, ¡muerte a los cerdos violadores!, ¡nosotras no somos iguales!... Consignas similares se leyeron en las pintas de este fin de semana en el primer cuadro de la Ciudad de México en el marco de la protesta contra la violencia a la mujer de nuestro país.

No puedo, me es imposible, imaginar a fondo el drama de una violación sexual, tener a alguien dentro de tu cuerpo haciéndote valer nada, ser forzada a convertirse en una cosa, en un objeto de placer efímero y desechable, desgarrada en lo más íntimo, en tu cuerpo y en tu mente, con el alma en gajos que terminan desperdigados, sentirte convertida en cero, transformada en un número más, en parte de la estadística, condenada, de alguna forma, a cargar un lastre en tus recuerdos más oscuros para siempre.

Por eso, a quienes se sobreponen a una violación les llaman sobrevivientes, es un largo camino de recuperación y de revaloración, es un golpe muy duro del que no todos salen bien librados.

Solo por violación sexual, que no es lo mismo que abuso dado que en éste no hay una penetración, existen, de acuerdo a cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo de Seguridad, en lo que va de este año y hasta junio, 8,464 carpetas de investigación sumando la modalidad simple y equiparada, eso representa unos 47 casos diarios que terminaron siendo denunciados, empero, la cifra negra es, probablemente, mucho mayor.

Sin embargo, la violación es uno de los tantos agravios a las mujeres en un país tan machista como México que sigue considerando al que penetra superior al penetrado. El abuso sexual, por ejemplo, es una constante que va desde el imbécil que nalguea o toquetea a una mujer en la calle y se echa a correr hasta un caso más serio con intentos de secuestro y violencia en múltiples niveles, sumemos a esto el acoso, el hostigamiento y lo peor, la meca de la violencia contra las mujeres: el feminicidio.

En México, solamente en los últimos tres años, sumamos casi 3 mil casos de feminicidio en investigación judicial, insisto en que las cifras negras deben ser mucho mayores, el tema no se limita solo al concepto de una mujer que fue asesinada como un hombre lo habría sido, es un asunto muchísimo más complejo que parte de la concepción del género. Va un ejemplo un tanto burdo: un hombre camina solo en la calle, lo increpan unos maleantes, lo asaltan y lo matan, al hombre querían robarle sus pertenencias y lo terminaron matando, piense en el mismo ejemplo con una mujer que camina sola en la calle: la increpan, la roban, pero también la violan y la terminan matando, hay un elemento de género involucrado en el crimen.

Sí, hace unos días la manifestación para erradicar la violencia de género se desbordó y no por ello, la bandera del glitter rosa, que se ha vuelto un poderoso símbolo, debe terminar convertida en destrozos.

El debate va por el respeto y no por las pintas.

DE COLOFÓN.- El Contralor sí tiene seguro de gastos médicos mayores, dicen en el INE que no lo rechazó, lo que sí dejó de pedir fue el seguro de separacion individualizado.

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