En los últimos días hemos sido testigos de lamentables hechos de violencia vial derivados del estrés acumulado por la falta de planeación en las obras de infraestructura en las principales arterias de la capital.

Esa ira acumulada ha ido estallando en diversos hechos de violencia. Por poner un par de ejemplos: en el mes de febrero, como producto de un incidente de tránsito, un conductor asesinó al otro. La semana pasada, casi atropellan a una mujer, quien le hace ver su error al chofer, quien baja del automóvil e intenta ahorcarla.

¿Hechos aislados? Pongo otros dos ejemplos: en redes sociales circuló un video en donde un conductor de transporte público saca del camino a un auto particular por un incidente metros antes. ¿Otro? En una calle que da a la Alameda, un conductor atropella a un par de jóvenes, uno de ellos estudiante de la UAQ, intenta darse a la fuga pero es retenido por transeúntes. No, no son hechos aislados.

A este fenómeno se conoce en Estados Unidos como Road Rage —ira de carretera sería su traducción— o quizá lo más acertado sea definir a todo el fenómeno como un aumento de la violencia vial en Querétaro.

Se esperaba un incremento del estrés por el tráfico generado por la falta de planeación en rutas alternas en las obras de lo que será Paseo 5 de Febrero, pero la frustración y desesperación han aumentado, no solo para los conductores sino para quienes usan el transporte público, pues generalmente las rutas van a reventar y su frecuencia no ha mejorado.

Ya desde antes se libraba una batalla por la movilidad, pero las recientes obras han hecho que Querétaro viva una época de furia e ira mal manejada que puede provocar agresiones viales como los ejemplos mencionados líneas arriba. Incluso, un amigo cercano me confesó que no sabría cómo reaccionar si se ve involucrado en un accidente de transito porque no sabes en qué momento el otro conductor pueda ponerse violento y que todo termine en una desgracia.

La pregunta es que si esto no será más bien consecuencia de una transformación urbana que ha sufrido a la ciudad de Querétaro. ¿Por falta de una política urbana estamos ante una ruptura en el tejido social? Sumados estos hechos más la bochornosa trifulca del 5 de marzo del año pasado en el Estadio Corregidora son indicadores de una violencia que son dos síntomas de un problema social más profundo.

Y allí es donde han fallado los diferentes niveles de gobierno porque en vez de promover una política pública, le apuestan a comerciales intrascendentes en redes sociales y campañas publicitarias sin sentido. No se gobierna a base de spots sino de entender cuál es la problemática y atacarla de raíz.

Así, todos estamos todos expuestos a la violencia. Algo se está pudriendo en la ciudad y no vemos una solución, solo posts motivacionales en redes.

Periodista y sociólogo. @viloja

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