Hace unas semanas escuché de un caso de bullying en el que el niño aseguraba estar siendo maltratado pero la escuela afirmaba lo contrario. El caso incluía a compañeros agrediendo con frases ofensivas al niño en cuestión, así como escondiendo su material de trabajo o su lunch. Este trato abusivo lo recibía todos los días, ya fuera en el salón de clases o en el patio del recreo.
Lo que me asombró es que, cuando los padres del menor acudieron a pedir apoyo al colegio, la coordinación aseguró que eran inventos del niño para llamar la atención, y que nunca se había recibido queja alguna de malos tratos. Y que además, en todas las escuelas hay casos de bullying, que no se podrá encontrar escuela sin este tipo de agresiones.

Los papás se preguntaban entristecidos “este colegio lo elegí porque pensé que mi hijo iba a estar seguro ¿y resulta que no son capaces de atender casos concretos de abuso?”

Los padres de familia elegimos los colegios pensando no sólo en el desarrollo académico de los niños, también en su maduración emocional y en que aprendan a relacionarse con otros niños, comprendiendo cómo atender diferentes formas de pensar y convivir sanamente.

Pero si las escuelas prometen un ambiente y en realidad no ofrecen seguridad dentro de sus instalaciones ¿qué podemos esperar del crecimiento y desarrollo de nuestros niños?

Como padres podemos ofrecer orientación, apoyo e intervención, tanto desde casa como en los grupos de papás, y en las instalaciones del colegio.

En casa: eduquemos a nuestros hijos con los valores que enaltecen a la persona como lo son la honestidad, la caridad, la benedicencia (hablar bien del otro), la generosidad, la humildad y la prudencia.  Si en casa yo me dedico a criticar a la maestra, no puedo esperar  que mi hijo la respete en el salón de clases.

Una maestra de primaria le pedía una y otra vez a un niño que dejara de pegarle a las niñas, su respuesta fue: “si en mi casa les podemos pegar a las mujeres, ¿por qué acá no?”.  No podemos romper los ciclos de violencia sólo de un lado cuando en casa lo viven y lo repiten todos los días.

Grupos de papás:  al relacionarse nuestros hijos con sus amigos, es común que los papás estrechen lazos de amistad, por ello es adecuado tener reuniones en las que se compartan temas relevantes como la formación de los hijos e identificar situaciones que deberían ser atendidas por los papás de cada niño. En ocasiones los papás son los últimos en enterarse de la conducta de sus hijos, y por otro lado, muchas veces juzgamos la conducta de los niños sin conocer las situaciones que se viven en casa. Abramos nuestra mentalidad a conocer las familias y apoyarnos mutuamente en las situaciones que puedan crear conflicto y que los niños lo expresen de forma violenta en el salón de clases.

En el Colegio: Quizá no podamos entrar a las instalaciones de la escuela para frenar el bullying, pero sí podemos hacer presencia en los eventos del colegio y que los niños que tienden a ser abusivos vean que los padres de familia y no sólo los docentes están ahí al pendiente para evitar malos comportamientos. También podemos participar con lecturas de temas de valores, conseguir ponentes para dar conferencias y capacitaciones para identificar el bullying y que los docentes estén más perceptivos para detenerlos y que no lleguen a casos graves.

Para encontrar un lugar seguro para nuestros hijos, es nuestro deber involucrarnos en su construcción.

*Nutrióloga clínica. 
Presidente del Colegio de Nutriología de México.
Clínica Torre Roja San Juan del Río, Qro.
(427) 101.85.50 ext. 2.
msilva_olvera@hotmail.com

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