“Se trata no solamente de que no haya guerra, ésa que sería ciertamente la última de toda la historia, sino que se trata de establecer la vida en vista de la paz”. María Zambrano.

La violencia es el arma por excelencia del patriarcado. Ni la religión, ni educación, ni leyes, ni costumbres, ni ningún otro mecanismo habría conseguido la sumisión histórica de las mujeres si todo ello no hubiese sido reforzado con violencia. Como dice Nuria Varela, la violencia ejercida contra las mujeres por el hecho de serlo es una violencia instrumental, que tiene por objetivo su control.

El término violencia de género quedó definido por la ONU en su Convención para la Eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres: es la violencia que sufren las mujeres, que tiene sus raíces en la discriminación y la ausencia de derechos que han sufrido y continúan sufriendo en muchas partes del mundo y que se sustenta en una construcción cultural “el género”. Ser mujer es factor de riesgo.

La violencia de género no es fácil de reconocer. Está invisibilidad, legitimada y naturalizada. El objetivo es ignorarla, negarla y ocultarla. Durante siglos fue un objetivo conseguido, “no nos veían ni muertas”, decía con razón Teresa Meana.

La ONU en sus informes evidencia que en los últimos años fueron asesinadas al menos 38 mil jóvenes, adultas y niñas en México; nuestro país se encuentra entre los 25 países con la mayor tasa de feminicidios, 3.2 por cada 100 mil mujeres. Dicho promedio ubica a México por encima de la tasa mundial de feminicidios: 6 mujeres son asesinadas por día. En nuestro estado, en el año, se llevan registrados 19 feminicidios, los cuales han estado impregnados por un exceso de violencia, por lo cual diversas organizaciones feministas han solicitado que se active la Alerta de Género. En la administración pasada se realizaron marchas, seminarios, ruedas de prensa y conferencias donde se expresaba la necesidad de abordar el tema de seguridad para las mujeres. Sin embargo sólo se recibió silencio.

¿Por qué? Porque en este país de “Estado de derecho” y “democrático” reconocer que las mujeres están abandonadas a la suerte de usos y costumbres, de indiferencia institucional, que son discriminadas y excluidas, significaría reconocer que el Estado no funciona, que no hay justicia y que las leyes, desde la Constitución hasta el más reglamento, son puro papel.

Uno de los argumentos que hacen los mandatarios es que la declaración de Alerta de Género debe hacerse por parte de la Federación, desconociendo los términos de las leyes de acceso a una vida libre de violencia estatal que los hacen corresponsables.

Otras dicen que para disminuir los feminicidios las mujeres deben darse a respetar, o sea que si nos matan es culpa nuestra. Deberíamos preguntar: ¿Y las mujeres qué? ¿No son ciudadanas, no pagan impuestos, no trabajan para mejorar los índices productivos, no colaboran en la marcha de la entidad y el país? Parece que no hay manera de cambiar mentalidades, costumbres y reticencias. Las muertas, asesinadas, golpeadas, torturadas, arrojadas a las carreteras, acuchilladas, asfixiadas, ahorcadas, baleadas, vejadas y maltratadas, que se den a respetar y esperen justicia, ¿no?

Es urgente que nuestro gobierno atienda esta problemática, construya una base de datos, establezca un sistema que dé certeza sobre el problema, tome medidas preventivas, vigile los medios de comunicación para que no se victimice a las personas, cree un fondo de reparación del daño, establezca medidas cautelares, informe a la sociedad, entre muchas otras cosas.

Oradora Nacional. Premio Estatal de la Juventud Querétaro 2013. @MadalyrmDavila

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