El consumo de drogas es milenario, en diversas culturas y épocas, con propósitos diversos, religiosos, terapéuticos, bélicos y lúdicos, entre otros. Asimismo, en los últimos dos siglos, en diversas naciones, se establecieron regulaciones para algunas drogas, por los daños que su consumo provocaba a la salud de la población, no solo como adicciones.

En México, el Senado aprobó, en lo general y lo particular, la regulación del consumo personal lúdico de la marihuana, para todo el país. Previamente, la Suprema Corte de Justicia de la Nación había solicitado al Congreso legislar a favor del derecho al libre desarrollo de la personalidad. En mi opinión, resulta vago este argumento, a simple vista; se menciona que la sociedad lo ha estado pidiendo, sin embargo, queda la pregunta sobre cómo se sabe y cómo se evaluó y de qué manera se sustenta tal aseveración.

Tras la resolución de la SCJN, el Congreso tiene que modificar la Ley General de Salud en los artículos 235, 237, 245, 247 y 248, por la prohibición absoluta que establecen. Estos artículos, entre otras cosas, prohíben el uso lúdico del cannabis y regulan su uso medicinal.

Es significativo, que el último plazo que dio la Suprema Corte de Justicia para que el Ejecutivo presentara un reglamento del bien justificado uso terapéutico del cannabis venció el 9 de septiembre, lo cual afecta el entendible logro para el buen aprovechamiento médico de dicha droga.

En cuanto al uso lúdico de la marihuana, existe una parte de la población de nuestro país que tiene la creencia de que su aprobación y despenalización, representa un avance; se utilizan como ejemplo las aprobaciones para su consumo lúdico en otros países, así como la producción, posesión y distribución.

Sobre esta droga, en el artículo anterior en esta sección de opinión, se mencionaron algunos pros y contras; quien aquí escribe considera que la aprobación del uso lúdico no eliminará ni disminuiría la participación del crimen organizado ni su manejo ilegal; con argumentos semejantes, podría extrapolarse dicha aprobación a cualquier droga, en el falso supuesto de que se trata de un derecho a las libertades del individuo y que lo que concierne a los gobiernos es su regulación.

Resulta sin sustento suponer que la aprobación de la marihuana generará grandes beneficios económicos al país y se omite evaluar el daño que provocará a la salud de la población, así como los costos económicos al sector salud, en la educación, en el trabajo y en materia de seguridad, además de la descomposición social en nuestra ya bastante lastimada población. De manera semejante puede extrapolarse a otras de las drogas prohibidas actualmente en México de la forma en que también lo tiene establecido la ONU.

Debe subrayarse, nuevamente, la diferencia entre libertades y libertinaje.

El consumo lúdico de la marihuana debe prohibirse. Aprobarlo no representará avance o progreso, pero sí descomposición social. La SCJN debería reconsiderar.

Lo que aquí he expresado no es como docto en el ámbito jurídico o experto en el tema de las drogas, es consecuencia de mis análisis y percepciones como un ciudadano que quiere un México mejor.

Ex rector de la UAQ. 
zepeda@uaq.mx 
jalfredozg@yahoo.com.mx

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