Cualquier tarde, al concluir una jornada laboral muy complicada y regresar a casa en medio de los problemas de tránsito vehicular, independientemente del medio de transporte que utilicemos y más aún si hay distancia de por medio, casi siempre implica estar inmersos en ese estrés que se ha vuelto artículo de consumo popular.

Hay ocasiones que en ese viaje de regreso al hogar, nuestra ciudad se afana en obsequiarnos su belleza vestida color de atardecer y pretende corroborar que sigue siendo un extraordinario lugar para vivir. Sin embargo, en muchas ocasiones, ese agobio de lidiar con las realidades de nuestro tiempo, nos impide verlo, así como sustraernos de los problemas, y entonces llegamos a casa con la mente como un lienzo lleno de trazos abstractos e irregulares de colores fuertes, donde cada uno de ellos representa una emoción y un sentimiento que nos impide relajarnos y encontrar un poco de esa calma indispensable para recargar la batería y continuar al día siguiente con lo que nos depare el nuevo día.

Hay quienes encuentran diversos medios para intentar relajarse y lograr dejar en los zapatos las preocupaciones, acomodadas para reincorporarse muy temprano al día siguiente. Una de las herramientas que le funciona a mucha gente, es darse la oportunidad de desconectarse de todo y tan sólo escuchar un poco de música suave, en especial algunas piezas de los clásicos, donde instrumentos como el violonchelo juegan un papel primordial para ayudarnos a desprendernos del ruido en nuestra mente y permitirnos la posibilidad de blanquear un poco ese lienzo que representa nuestro pensamiento.

Esta fotografía que les comparto, forma parte de una serie titulada “Notas de Amor”, a propósito del mes que lo celebra.

En ella —como suele suceder cuando miras las fotografías y te suelen provocar otra interpretación a la que inicialmente pensabas—, me invitó a recordar esa capacidad que tiene la música de acomodarnos en una enorme cantidad de emociones, según sea el caso. Yo encuentro en algunas piezas de música clásica, ese valor de poder neutralizar el malestar emocional de una difícil jornada, sin desconocer que los colores de las emociones tienen su encanto, pero hay momentos en el día que termina, en los que la calma de su gente, seguramente le permita sonreír a nuestra aún bella ciudad, el Querétaro nuevo que deseamos conservar.

@GerardoProal

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