El pasado 21 de febrero se celebró el Día Internacional de la Lengua Materna, por lo que es una ocasión propicia para reflexionar sobre la herencia cultural que hemos recibido por parte de los pueblos originarios y que nos ha dado los valores con los que construimos nuestra identidad como mexicanos.

Sentirnos orgullosos de nuestras raíces y respetarlas significa agradecer a los pueblos originarios por enriquecer la cultura mexicana con su visión,  conocimientos y tradiciones. Esto no sólo es una obligación con la inclusión, sino también  un compromiso para el futuro de nuestro país, porque en tiempos de globalización, cuando el mundo está volviéndose cada vez más homogéneo, lo que nos hace especiales y diferentes son los rasgos únicos que tenemos para ofrecer a la humanidad.

Por esta razón necesitamos preservar y cuidar nuestro pasado histórico, porque para construir un futuro sólido en el que seamos una nación cada vez más prospera, necesitamos cimientos fuertes. Para saber cuál es nuestro proyecto como nación necesitamos entender de dónde venimos.

De acuerdo con el Inegi, en Querétaro viven 22 mil 433 personas hablantes de Otomí; 3 mil 442 de Náhuatl; 810 de Mazahua, y 720 hablantes de lenguas Zapotecas. Todos ellos son queretanos y merecen ser plenamente incluidos en nuestra comunidad, lo que significa que se tiene que generar un entorno que ayude a que no se pierdan su identidad, valores y conocimientos.

Desde todos los ámbitos, comenzando por la educación, tenemos la obligación de proteger estas lenguas y a estos miembros de nuestra comunidad de la desaparición, porque de esta manera estaremos preservando lo más valioso de nuestra herencia y de nuestra esencia como mexicanos.
Tenemos que reeducarnos para comprender que la lengua y todo lo que representan los pueblos originarios es un verdadero orgullo; porque ellos nos enriquecen, son parte de lo que somos, nos hacen especiales y valiosos como mexicanos y como seres humanos.

Como sociedad tenemos que trabajar para que exista más inclusión en ámbitos tan diversos como la salud, la educación, la justicia y el empleo. Tenemos que liberarnos de estereotipos y, sobre todo, trabajar en nuestros jóvenes para que ellos crezcan respetando a nuestras comunidades indígenas, reconociéndolas como personas trabajadoras, honestas y llenas de virtudes, que tienen mucho que aportar y que enseñarnos para mejorar nuestra comunidad.

No se trata de un “ellos” y de un “nosotros”, se trata de que todos somos mexicanos y es importante entender que tenemos una responsabilidad compartida, para hacer de nuestro país un lugar mejor, que tenemos que convivir en igualdad y que todos tenemos un espacio y un papel para mejorar a nuestra sociedad.

Debemos trabajar diariamente para promover y fomentar la inclusión de nuestros pueblos originarios eliminando prejuicios, aprendiendo más sobre nuestra cultura y siendo respetuosos con las personas que hablan lenguas originarias o que tienen costumbres y tradiciones diferentes.

La lengua de nuestros pueblos originarios, sus artesanías, su cultura y su tradición, son la expresión más pura de nuestra historia como pueblo; nuestra vida diaria, nuestro arte, y nuestras expresiones como nación, no serían las mismas sin esta herencia, por eso tenemos que unirnos para cuidarlas, para mantenerlas vivas y para defenderlas, porque son el corazón de nuestra identidad y de nosotros mismos.

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