“Si ahora nos sucede mal,
no será así siempre”

Horacio.

Era una bebé, carajo. Tenía apenas cinco meses de respirar nuestro aire, antIer fue arrebatada a su mamá en Saltillo y ayer apareció muerta con la constante de siempre, con el lugar de común de las notas en los diarios: “Presentaba signos de violencia”.

Esto terminará politizado, porque las vidas de las mujeres y las niñas asesinadas, violentadas y subyugadas desde hace años, décadas y siglos de pronto se volvieron también un argumento politiquero, bajísimo y ruin.

Lejos de filias y fobias políticas esto debe cambiar.

No se trata de pintas ni de vandalismos, no se trata de lamer las suelas de la cuarta o de la oposición. Es una simple cuestión de respeto. De respeto a nuestras hermanas, a nuestras madres, a nuestras vidas y a nuestra dignidad. Sin importar pene o vagina, se trata de construir, de reconstruirnos urgentemente hacia una vida en la que cabemos todos porque todos existimos.

Ni el respeto a los sexos pasa por la moralina barata y la santurronería, ni el ligue o el cortejo debe argumentarse con vulgaridades y denigración.

Somos una sociedad de machos y de misóginos de ambos sexos y de todas las preferencias, somos una sociedad jodidamente enferma, holgada en tanta violencia que pocas cosas nos sorprenden.

Temo que olvidaremos los nombres de nuestras más recientes muertas en muy poquito tiempo, vendrá otra tragedia, otra ruindad, otra estupidez que cambiará el tono de nuestro bajísimo debate.

Hay mucho desastre y de no saber por dónde comenzar preferimos acumular tanta basura hasta no sentir el muladar en el que convivimos, hasta normalizar los muertos y las muertas que hacen poca cosa ya casi lo que sea, cualquier horror se inmuta ante el que viene y, a veces, nos enojamos, nos indignamos pero casi siempre nos olvidamos.

Cuando queramos encontrar culpables sería prudente que nos diéramos una vuelta al espejo y pensemos qué partecita, o partezota, nos toca. Sería prudente que encontráramos perdón en nuestros reflejos para entender que entre todos hemos errado el rumbo.

Sí, habrá más culpables que otros. Sí, urge que la impunidad se pierda en el caño de la historia pero también que elevemos el nivel para salir del infierno que se fue armando por generaciones.

Era una bebé, carajo… Y mañana, ¿no será otra?

DE COLOFÓN

Vaya, vaya… Para las reglamentaciones del T-MEC, para las letras chiquitas, hicieron a un lado a la industria, a los empresarios parece que les dicen: Tejones porque no hay conejos.

Google News