La crisis del sistema de salud, continúa profundizándose y no vemos un interés genuino del gobierno, por impedir que ésta siga perjudicando a millones de mexicanos.

Ahora, a todos los errores cometidos en salud se suma el destino del Seguro Popular, que se busca eliminarlo. Desde su creación en el 2003 éste ha brindado  servicios de salud a toda la población carente de recursos: más de 50 millones de mexicanos.

El Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha reiterado en varias ocasiones que el Seguro Popular era ineficiente, que se transferían los fondos de la federación a los estados y se hacía mal uso del dinero, por lo que se había tomado la decisión de desaparecerlo.

La historia de este gran servicio comienza cuando en 2003 se hicieron las reformas necesarias a la Ley General de Salud, mismas  que vieron nacer  al Sistema de Protección Social de Salud y al Seguro Popular en 2004.

Esta misma semana varios ex secretarios de Salud federales pidieron al gobierno que se llevara a cabo una mesa de diálogo con la finalidad de “mejorar la propuesta de reforma y evitar errores que resulten en una regresión” y criticaron la propuesta de centralizar los servicios médicos, por no considerarla la verdadera solución.

Los ex funcionarios  fueron muy claros al  afirmar que con la desaparición del Seguro Popular se anularía uno de los avances más importantes del sistema de salud en este siglo. Grave, muy grave.

Estamos conscientes que hay muchas cosas que se tienen que corregir, incluso sabemos que quizá se deba dar un golpe de timón, pero lo que no puede suceder es que se hagan reformas a la ley con base en ocurrencias, sin un sustento, sin pruebas de sus fallas o de supuestas corruptelas.

La nueva propuesta es que éste se convierta en el Instituto de la Salud para el Bienestar, y para hacerlo se pretende tomar recursos del Seguro Popular: alrededor de 70 mil millones de pesos. Pero, ¿cómo funcionará en realidad? ¿Cómo se cubrirá ese vacío que dejará el Seguro Popular?

Entiendo que la salud representa uno de los principales desafíos que hoy tenemos. Por supuesto que todo es perfectible como lo son todas las cosas, pero lo que no se puede permitir es que con ocurrencias, por ejemplo se deje sin recursos a millones de personas que utilizaban el Fondo de Protección para Gastos Catastróficos del Seguro Popular, que protegía a personas con cáncer o con enfermedades graves que repercutían en los bolsillos de las familias más vulnerables.

Es urgente reflexionar sobre este tema, evaluar el alto costo que representa eliminar el Seguro Popular, escuchar a los expertos, no cegarse por la soberbia.

No vaya a ser que por  cambiar de medicina, entremos en un estado de coma permanente.

Senador del PAN por Querétaro

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