A unos días del lanzamiento de sus memorias, Edward Snowden le confiesa al periódico The Guardian que su mayor preocupación es el futuro de la humanidad. Desde que el exmiembro de la CIA y la NSA alertó al mundo sobre el espionaje por parte del gobierno de EU a sus ciudadanos, su vida ha estado en peligro. A Snowden lo que le preocupa es cómo el individuo sigue perdiendo la privacidad ante el avance tecnológico. En esta ocasión el riesgo fundamentado es la inteligencia artificial. “Un día podríamos perder control de los sistemas de inteligencia artificial a través del surgimiento de superinteligencia que no actúe en acuerdo con los deseos humanos, esos sistemas, podrían poner a la humanidad en riesgo.” Estas palabras vienen de una carta escrita y firmada por Stephen Hawking, Elon Musk y otros 150 científicos que están consternados de que no haya límites, ni debates éticos en torno a la creación de la inteligencia artificial. El momento en que la inteligencia artificial pudiera superar a las mentes humanas y crear otras inteligencias artificiales es llamado “la singularidad”. Se trata de un riesgo, pues significa perder control del desarrollo de la tecnología y sus fines. Las preocupaciones de Edward Snowden son mucho más inmediatas. “Un equipo de vigilancia equipado con cámaras con inteligencia artificial, no sería solo un instrumento de grabación, sino algo más parecido a un policía automatizado.” “La preocupación de Snowden es que los gobiernos del mundo, apoyados en las compañías de Internet, empiecen a crear un archivo de todas las personas del mundo, grabando cada instante de su vida diaria”, revela The Guardian.

A este miedo se agrega un tema, el llamado “empoderamiento del individuo”. Con las redes sociales, la conectividad digital y la tecnología de grabación en nuestros celulares, los individuos nos hemos vuelto vigilantes del sistema. Nos vigilamos unos a otros. Esto tiene beneficios porque significa que el desempoderado puede evidenciar al que abusa del poder, pero también tiene un lado perverso; la invasión de la privacidad, del anonimato y la conversión del individuo en una especie de policía moralina que utiliza las redes sociales para juicios públicos. La falta de interés en debatir los límites que debemos establecer ha generado un mundo hiper-vigilado, donde aunado a las cámaras de seguridad, al espionaje gubernamental, ahora tenemos un sistema de vigilancia ciudadano, con juzgados morales y sentencias públicas.

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