El proceso electoral que acabamos de vivir el primero de julio, representa un momento propicio para la profunda y amplia reflexión. Sobre todo, porque fue un claro mensaje de la ciudadanía a la clase política sobre la urgente necesidad de un cambio, mismo que emana de la inconformidad que existe sobre diversas problemáticas sociales que no han tenido respuesta. Sin duda, la expresión de la ciudadanía a través de su voto en todo el país tiene razón de ser, está justificada y nos debe llamar a reconocer qué podemos hacer mejor las cosas cuando de trabajar por nuestro país se trata.

En el Partido de la Revolución Democrática (PRD) somos demócratas y como tal aceptamos el resultado electoral y sus implicaciones. No puede ser de otra forma cuando nuestro instituto político se gestó teniendo como pilar la reivindicación de procesos electorales donde la voluntad ciudadana expresada en el voto fuera respetada. Esa fue nuestra consigna desde 1988, lo fue en 1994, 2000, 2006, 2012 y lo es también ahora que el voto ciudadano ha determinado con contundencia su preferencia.

Sin embargo, también como demócratas, reconocemos que nuestro sistema político necesita de contrapesos que garanticen la pluralidad, y con ello el ejercicio de libertades y derechos. Por lo tanto, como oposición y en los espacios de representación que nos toque asumir, seremos responsablemente críticos, observadores y propositivos de los programas y de las políticas públicas del nuevo Gobierno Federal. Porque en un escenario donde las mayorías son abrumadoras, las voces diversas se deben convertir en espacios de conciencia que den luz a la riesgosa ceguera que puede venir de la adulación o la ausencia de autocrítica.

Desde el PRD seguiremos impulsando nuestra agenda progresista de derechos, libertades y porvenir. Tal como lo hemos hecho desde nuestra fundación, y como lo hemos trabajado en la plataforma del Frente, nuestras convicciones se fundamentan en avanzar hacía un México más igualitario, justo, incluyente y democrático.

Como consecuencia del mismo proceso electoral, queda el mensaje de la ciudadanía que urge soluciones a las problemáticas del entorno y que también busca involucrarse y ser más activa. Con base en lo anterior, como partidos políticos, deberemos repensar la manera de construir nuestras propuestas, trabajar con la militancia y desarrollar espacios donde puedan sumarse los ciudadanos para actuar en beneficio de su entorno. A final de cuentas, el PRD fue diseñado para ello, para ser el vehículo y la plataforma de participación de ciudadanas y ciudadanos interesados en participar.

A final de cuentas, quienes estamos formados con visión de demócratas sabemos que esta no es perfecta ni imperfecta. Simplemente es la perspectiva con la que algunos decidimos actuar. Y con base en ello, sabes que ésta no se forja en la unidad de criterios, ni en el consenso perpetúo. Así como tampoco representa el espacio de las victorias de siempre o de las derrotas insuperables. A los demócratas nos queda claro que es el espacio donde se construye con el disenso y con la pluralidad. Donde se gana y donde también se pierde. Es la democracia y en el PRD, por orígenes, somos naturalmente demócratas.

Y parafraseando al pensador latinoamericano, la democracia no es el fin, sino es el camino. Y seguimos caminando.

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