Las elecciones estatales de medio año en 2019 representan un reto para todos los partidos políticos pero principalmente para el blanquiazul pues estarán en juego 142 posiciones, la mayoría de las cuales están en poder del PAN. El poder del panismo estará en juego en Aguascalientes, Baja California, Durango, Quintana Roo y Tamaulipas.

Estas elecciones serán las primeras que se efectúen teniéndose vigente el nuevo gobierno federal que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Otro factor que estará presente antes de la contienda del próximo 2 de junio será el de la elección extraordinaria en el estado de Puebla a consecuencia del fallecimiento de la gobernadora, Martha Érika Alonso.

A éstos, habremos de agregar dos elementos más. Uno, la severa derrota sufrida por el panismo en las elecciones federales del año pasado, cuyo abanderado, Ricardo Anaya Cortés, fue blanco de acusaciones, hasta ahora no demostradas, de lavado de dinero gestadas desde las mismas entrañas del gobierno federal del ahora ex presidente, Enrique Peña Nieto.

El otro factor, las divisiones al seno del PAN, que condujeron a diversidad de rupturas de militantes e, incluso, una de ellas dio pauta para la conformaron de un nuevo partido político, encabezado por Margarita Zavala y su esposo, Felipe Calderón, amén de la salida de ex dirigentes y ex símbolos del partido que terminaron en las filas de otros partidos políticos.

Baja California y otros 4Especial atención habrá en los comicios en Baja California pues será la única entidad en la que se renovarán todos los poderes del estado: se definirá al próximo gobernador o gobernadora, a sus diputados locales y a las autoridades en los cinco ayuntamientos con que cuenta la entidad.

Para darnos idea de lo que el PAN se juega, refiero que dicha entidad fronteriza es gobernada por el panista Francisco Vega de la Madrid (Kiko Vega), de los 25 lugares con que cuenta su congreso local, 13 diputados son del PAN. De los ayuntamientos, el PAN gobierna Mexicali, Tijuana y Rosarito, mientras que Ensenada y Tecate están en manos del PRI, en alianza con el PVEM, el PT y Nueva Alianza. Además, Baja California es un símbolo histórico del panismo pues, recordemos, fue la primera entidad que logró ganar electoralmente y, por ende, la primera que fue gobernada por un panista: Ernesto Ruffo Appel (1989-1995).

En Durango se elegirán autoridades en sus 39 ayuntamientos mientras que en Tamaulipas se renovará el Poder Legislativo, cuya Cámara de Diputados cuenta con 36 lugares. También en Quintana Roo se elegirán a los 25 integrantes del congreso del estado, y en Aguascalientes, a las autoridades de los 11 ayuntamientos.

El reto

Estas elecciones se constituyen en el principal reto del partido dirigido por Marko Cortés; es la gran oportunidad de reposicionar al PAN como un real contrapeso al gobierno de López Obrador y de Morena; es decir, como una oposición digna de tomarse en cuenta; es la coyuntura ideal para rehacer el camino perdido tras el fracaso electoral de 2018, para recuperar la confianza dañada en su proyecto político, y por supuesto, la oportunidad de oro para cohesionar sus filas que, vale decirlo, nadie sabe a ciencia cierta el grado de división y de diáspora militante que vive.

Por eso, la ambiciosa meta del blanquiazul —y quizá la única que le brinde certeza— es la de conservar la mayoría que tiene en las cinco entidades, que no es poca cosa, volver a ganar Puebla, y destacadamente, retener el simbólico estado de Baja California.

Después de la “batalla campal” que se desarrolló en el PAN entre varios grupos de militantes. Cortés Mendoza debe cohesionar sus filas, recuperar la armonía y la sana convivencia política y frenar la salida de sus militantes.

Si lo logra en el corto tiempo que resta para los procesos electorales descritos, habrá dado un gran paso para la recuperación del PAN.

Ya veremos.

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