Andrea observa a su madre a cinco pasos de distancia. Con el ceño fruncido, la mujer le pide ayuda a la maestra para que apoye a su hija a pasar el segundo año de secundaria, pues está embarazada y en un par de meses ya no podrá ir a la escuela. A lado de la niña de trece años está su hermana, apenas tres años más grande y quien lleva de la mano a un bebé empeñado en dar sus primeros pasos.

La mujer suspira y las mira de reojo: “Cuando le pasó esto a mi otra hija, aunque sea el novio le respondió, pero ahora no se qué vamos a hacer”. La historia la cuenta Antonia Solís, la misma profesora de secundaria que vivió este encuentro y que lleva más de veinte años trabajando en una escuela pública al sur de la Ciudad de México.

Embarazos precoces

Para la maestra de español, los embarazos de adolescentes han sido una constante a lo largo de toda su carrera. Actualmente de una población de alrededor de 800 alumnos que asisten a la escuela donde labora, con una ligera mayoría de adolescentes mujeres, se detectan alrededor de cuatro casos al año. Sin embargo, el embarazo en adolescentes es un fenómeno que se ha puesto bajo la lupa sobre todo en los últimos años, debido a que México ocupa el primer lugar en este fenómeno entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) con una tasa de fecundidad de 77 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años de edad.

Nayeli Yoval, directora de Elige Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos A.C. señala que en el proceso de transición política que hemos vivido se dejaron de lado algunos temas de importancia como el embarazo adolescente y asuntos de género. “Algo que hemos conversado con otras asociaciones civiles es que entre los retos está precisamente que se mantenga la Estrategia Nacional de Prevención de Embarazo en Adolescentes generada por dependencias del Gobierno Federal, organizaciones de la sociedad civil, organismos internacionales y expertos del ámbito académico.

“Es una de las políticas públicas más importantes que se ha tenido en los últimos quince años en materia de salud, derechos sexuales y embarazo en adolescentes, tema apremiante porque estamos en un vergonzoso primer lugar en el tópico y esto es consecuencia de que durante los gobiernos panistas y los primeros años del gobierno de Peña Nieto el tema se dejo de lado”, señala sobre la iniciativa que busca reducir las cifras de embarazos adolescentes.

Yobal, cuya asociación se integró a esta estrategia, señala que precisamente uno de sus aciertos es que está planteada de manera integral. “El embarazo adolescente tiene que ver con muchas dimensiones; el tema de la salud es tan sólo la punta del iceberg del problema, pues hay otros elementos básicos, como educación, marcos jurídicos y diferencia sociales”.

Cuestionada sobre cómo se podría enriquecer el impacto del proyecto, señala que algo que ha sido muy difícil en los dos últimos años es darle la importancia que merecen a componentes como entorno habilitante, educación y oportunidades laborales para realmente bajar las cifras. “El tema de entorno habilitante significa es que se den condiciones de proyectos de vida más allá de la maternidad. Esto es muy complejo porque incluso las instancias gubernamentales involucradas, como Desarrollo Social e incluso la Secretaria del Trabajo no terminan de entender cuál es su papel con el embarazo adolescente”, señala y agrega que por otro lado el tema de educación integral inclusiva y flexible es también fundamental para realmente reformar el sistema educativo.

“El asunto es que los adolescentes verdaderamente encuentren en la educación una opción de vida, de potenciar sus capacidades. Las mujeres jóvenes en condiciones de pobreza tienen pocas oportunidades primero educativas y luego laborales porque se hacen cargo de las tareas de cuidado y en este sentido el tema debe verse con una perspectiva de género. Muchas mujeres jóvenes tienen muchas labores no remuneradas que también las lleva a definir su perspectiva y proyecto de vida solo a través de la maternidad. Creo que el tema de igualdad de género es fundamental”.

Otro punto importante que Yoval expone es el de la violencia sexual. “La estrategia plantea que para el 2030 haya cero embarazos entre 10 y 14 años, pero me parece que es algo muy complejo porque no se ha logrado abordar el tema de la violencia sexual que existe sobre todo en la familia, es un tema que no se ha logrado incorporar incluso en los sistemas de protección de niños y adolescentes”, dice y subraya que el tema de violencia también va a ser un gran reto para la nueva administración, para sanearlo en cuestiones de verdadero acceso a la justicia y reformas a la educación sexual. “Muchas de las formas de esta violencia está relacionada con mitos o con faltas de herramientas para hacer frente a este tema que es mayúsculo, complejo y en el que confluyen muchos elementos”.

Factores de peso completo

La OMS define la adolescencia como el periodo de crecimiento y desarrollo humano que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta entre los 10 y 19 años. Según datos del Inegi, en México residen 39.2 millones de niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años y la etapa comprendida por la adolescencia representa el 33.9 % de esta cifra, es decir, una población de más de 13 millones de personas. Este sector tan vulnerable de la sociedad enfrenta otro grave problema de salud que repercute en diferentes ámbitos: sobrepeso y obesidad.

La obesidad entre niños y adolescentes se ha multiplicado por diez en las últimas cuatro décadas en todo el mundo, según un reciente estudio publicado por la revista científica The Lancet y en el que participaron el Imperial College de Londres y la OMS. Nuestro país nuevamente alcanza otro primer lugar nada envidiable, pues las cifras para este grupo han alcanzado parámetros estratosféricos: alrededor del 40% de los adolescentes de 12 a 19 años padece sobrepeso y obesidad en México. Según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición ENSANUT 2016, que evaluó la prevalencia de sobrepeso y obesidad en niños, adolescentes y adultos, cada cuatro de diez adolescentes vive este problema con una ligera prevalencia en el caso femenino.

En el microcosmos laboral de la maestra Solís, donde ha visto pasar a varias generaciones de adolescentes citadinos, el problema es evidente. Ella estima que desde que inició su carrera al día de hoy el problema se ha incrementado en un 70%, estimaciones basadas en la experiencia cotidiana, que sin embargo embonan a la perfección con las estadísticas nacionales. Hace cuatro años la SEP prohibió la venta de comida de la denominada “chatarra” en las escuelas, medida que duro a decir de la entrevistada “un par de suspiros”. Cuenta que en la cooperativa de la escuela empezaron a vender cocteles de frutas, así como vasos con jícamas y pepinos, pero al parecer ni las ventas, ni las ganancias, eran tan buenas, así que en menos de un año la oferta de este tipo de productos desapareció.

El endocrinólogo Jorge Yamamoto Cuevas señala que la obesidad es un fenómeno que está presente en todos los sectores sociales y que en cierta forma no se le da la importancia que en realidad tiene porque se sigue pensando, contrariamente a la realidad, que alguien con peso de más es alguien sano, pero en realidad ver a un niño o adolescente con sobrepeso y obesidad es observar a alguien con un problema de salud en el presente y muy probablemente en el futuro. “Los principales detonantes: sedentarismo y un exceso de comida sobre lo que gasta en energía o una alimentación no balanceada”. Muchos de los pacientes de este especialista son niños que ya tienen o presentan la posibilidad de desarrollar enfermedades crónicas relacionadas a la obesidad como la hipertensión y la diabetes mellitus 2, que si bien es cierto no dependen totalmente de esta condición, si les confiere factores de riesgo.

Para la maestra Solís, otros de los fenómenos que han ido creciendo en su población estudiantil es el consumo de drogas y los problemas ligados a la depresión y la ansiedad. Nuevamente, las estadísticas avalan sus observaciones. Según datos de la última Encuesta Nacional para el Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT 2017), el consumo en el grupo de 12 a 17 años aumentó 125% en los últimos cinco años. Solís señala que más allá del consumo de cerveza y cigarros, desde hace un par de años el mayor acceso a la marihuana y otras drogas por parte de narcomenudistas también es evidente en los estudiantes.

La maestra señala que recientemente un fenómeno que se ha desatado entre muchas de sus estudiantes es el de cortarse. Las llamadas autolesiones son relacionadas por los expertos con enfermedades como la depresión y la ansiedad, condiciones también en aumento en este grupo. La falta de políticas integrales y servicios de salud que identifiquen y atiendan oportunamente las enfermedades mentales en la población en general son identificados como parte del problema. Por otra parte y en el extremo de este tipo de problemáticas, en México el suicidio constituye la tercera causa de muerte en jóvenes de 15 a 19 años de edad, según datos del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP). Se estima que por cada persona que se suicida existen 20 que lo intentan.

Como lo exponía Yoval con el caso del embarazo precoz, son problemáticas que merecen un tratamiento integral, algo que al pasar de los años no se ha logrado en el país. “Los jóvenes con los que trabajo todos los días son maravillosos, pero están olvidados por todos y así no hay futuro que aguante”, señala Solís.

mdgm

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