El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, frenó el optimismo que reinaba la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), un debate que parecía estaba llegando a su punto culminante, pero que el mandatario diluyó al asegurar  que “no están presionando” para finalizarlo y que puede alargarse hasta “cinco meses”.

Esa situación de impasse, según Trump, es beneficiosa para su país, porque en este entretiempo de negociación “nadie se está moviendo hacia México (…) ninguna empresa va allí a gastar mil millones de dólares para construir una planta de fabricación de autos”.

“Les dije a los mexicanos que podemos negociar por siempre, porque durante todo lo que dure esta negociación nadie irá a construir industrias millonarias en México, que es lo que [las empresas] han estado haciendo”, afirmó  el mandatario.

A la vez, aseguró que “estamos cerca de un acuerdo, puede ser en tres o cuatro semanas. Puede ser en dos meses, puede ser en cinco meses. No me importa”, dijo Trump. El primer plazo coincidiría con la esperanza del secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, que cuantificaba recientemente en 80% las opciones de tener un acuerdo a principios de la primera semana de mayo.

El estimado más lejano pondría el acuerdo en septiembre, más allá de las elecciones presidenciales mexicanas y en vísperas de las legislativas en Estados Unidos.

Trump, rodeado de senadores y la cúpula económica de su gobierno, manifestó su desdén:  “Si todos los que están en esta habitación se taparan las orejas, diría que prefiero terminar [el TLCAN] y hacer uno nuevo, pero no lo voy a decir porque quiero que todos estén contentos”.

“Veremos cómo va”, concluyó el presidente, con una de las frases comodín que usa para cualquier tipo de asunto que tiene entre manos.

Trump insistió que, por parte de EU no hay cronograma previsto.

Robert Lighthizer, el zar comercial de Estados Unidos, dijo por su parte que se está haciendo “un progreso enorme”, y coincidió que “no tenemos ninguna prisa” en llegar a un acuerdo por el TLCAN.

Recula sobre TPP. Más sorprendente incluso fue el movimiento de reversa que hizo el presidente en el Acuerdo comercial Transpacífico (TPP).

Desairando desde el inicio de su campaña y uno de los primeros acuerdos que canceló al llegar al despacho oval, Trump pidió a sus colaboradores comerciales estudiar un posible retorno al TPP, en medio de las tensiones avivadas con China con amenazas de aranceles mutuos que pueden desembocar en guerra comercial.

El TPP era uno de los principales legados económicos del ex presidente Barack Obama, creado para contrarrestar el poder chino. Obama lo dejó listo para firmar, pero Trump lo desestimó al asumir el poder.

Tanto el Tratado de Libre Comercio de América del Norte como el TPP fueron pilares fundamentales de la campaña populista y proteccionista de Trump, algo que le valió el apoyo de parte de la clase trabajadora alegando que cualquier tratado multilateral, como esos dos ejemplos, herían a la clase media estadounidense.

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