Desde lo más profundo de la cosmovisión indígena, una compañía teatral ha recuperado diferentes mitos y leyendas sobre criaturas aterradoras que podrían erizarle la piel a cualquiera.

Se trata de Monstruos muy mexicanos, una puesta en escena de Avatares Compañía Teatral, que desde hace un año, a través de dos volúmenes, busca dar a conocer diferentes historias espeluznantes inspiradas desde el contexto cultural de México.

“Todo comenzó cuando la hija del escritor y director de la obra, Manuel Gómez, le dijo un día que no le asustaban los monstruos. Entonces él le preguntó: ¿Pero acaso ya conoces a los monstruos mexicanos?”, cuenta la actriz Berenice Acosta, quien junto a los demás integrantes de la compañía se ha propuesto difundir la tradición oral de diferentes culturas del país, a través del arte escénico.

En la obra, Acosta hace el papel de una pequeña niña mixteca llamada Nuñi, quien en una noche oscura se reúne con su primo maya Ikal, y su primo Kená, de ascendencia otomí, para intercambiar diversas leyendas sobre nahuales, monstruos arácnidos y serpientes antropomorfas.

Para reforzar este concepto, y sumergir al público en el misticismo del mundo prehispánico, el grupo Aztlán es el encargado de la sonorización de cada escena, empleando para ello silbatos y flautas de barro, así como las notas graves del huéhuetl.

Un solo acto

En las entrañas de lo que pareciera ser una selva oscura, tres primos se reúnen para jugar y relatar tenebrosas historias que por generaciones han sido narradas en sus familias durante las caminatas por el campo o alrededor del fogón.

Kená es el primero en sumergir a los espectadores en una leyenda ancestral: “A mí me han contado que todos, toditos, desde que nacemos estamos unidos a un animal, y que es la forma que tenemos por dentro: nuestro doble salvaje, instintivo y libre, y que aunque solo nos podemos comunicar con ellos mediante sueños o alucinaciones, a veces, sobre todos los brujos, los chamanes y los curanderos, pueden transformarse en su nahual convirtiéndose en bestias terribles que roban vacas, niños y asustan a la gente”, dice el pequeño mientras se dirige a los niños y niñas de entre el público, para preguntar: “¿quieren que les cuente una historia súper terrorífica?”.

Después de una respuesta heterogénea de “sí“ y “no” y las carcajadas, el actor arranca con la primera historia del segundo volumen de Monstruos muy mexicanos.

Con el cambio de luces los actores marcan el inicio de un nuevo relato, apoyándose de marionetas, y esculturas creadas por los artistas plásticos Mauricio Figueroa y Luis Celedón, para su dramatización.

Al unísono de sonidos aerófonos y membranófonos, hombres caracterizados de dioses wixárikas y mayas se abren espacio sobre el escenario para luego caminar entre los espectadores, quienes abren la boca y los ojos en signo de incredulidad y admiración ante las portentosas figuras.

En la segunda historia, los actores representan la leyenda del dios de la muerte de la cultura wixárika, y culminan con la escenificación del mito maya sobre Tsukán, la serpiente protectora de los cenotes. Además del terror, la moraleja y la metáfora son el hilo conductor de las narraciones, en las que se entrevera no solo la riqueza filosófica de las culturas, sino también la sabiduría ancestral.

cetn

Google News

TEMAS RELACIONADOS