Una de las tradiciones en México es reunirse en familia y amigos para partir la rosca de reyes cada seis de enero. Un pan en forma de corona adornada con acitrones colorados y verdes, naranja e higos cristalizados, cerezas en almíbar, y con una costra de concha, elaborada con azúcar glass y manteca, forma parte de la decoración. Se trata de un pan de temporada que representa la corona de los tres reyes magos, personajes a los que la tradición adjudica la entrega de obsequios a los niños durante la víspera.

En el tema de la rosca, se puede encontrar desde los ejemplares más clásicos hasta aquellas rellenas de nata, chocolate y nuez, o queso crema. Para ello, Luis Miguel Martínez, gerente de la panadería Maiper, cuenta que su receta clásica se ha conservado durante 38 años -desde 1985 aproximadamente-, la cual requiere un relleno de crema y nata. ”Fuimos los pioneros en hacer esta combinación,” asegura Luis Miguel.

Alrededor de la mesa los invitados, cada quien tomando su turno, toman el cuchillo para elegir la rebanada, esperando -con suerte- no encontrar escondido entre la miga al famoso “muñequito” pues, de lo contrario, habrá que invitar los tamales el dos de febrero, día de la Candelaria. Mientras la tradición de “partir la rosca” se lleva a cabo, los comensales también disfrutan de la celebración en compañía de una taza bien espumosa de chocolate caliente. “El significado no siempre fue este, y tampoco su forma,” nos indica Patricia López, historiadora gastronómica, quien nos habló sobre su origen y las actividades alrededor de esta pieza de pan.

Su forma actualmente refiere a la iglesia católica, a la perfección y a lo eterno pues, al ser un círculo o un óvalo, no sabemos en dónde empieza o acaba. De acuerdo a esta creencia, la rosca significa la presencia de Dios y su protección, explica Patricia. “Las frutas son las joyas de la corona del rey, de aquellos reinos españoles con fuerte influencia medieval. Por otro lado, el cuchillo es el utensilio con el cual se vence al mal, en tanto que el muñequito representa al niño Jesús que se esconde del rey Herodes, monarca que buscaba matarlo cuando se enteró de su nacimiento, gracias a la visita de los tres reyes magos.”

Para festejar el solsticio de invierno

“Su origen es pagano -de la antigua Roma- en las fiestas Saturnalias donde se conmemoraba el solsticio invernal, la noche más larga del año. Se repartían panes redondos con frutos secos además de higos y dátiles”, relata la historiadora. “Más adelante, a partir del siglo V al XV, se retomó la tradición y cada región de la Europa medieval aportó elementos religiosos; en específico, los diversos reinos que hoy conforman España confeccionaron un pan redondo utilizando ingredientes mediterráneos como la naranja, el limón, las almendras y las pasas. Poco a poco se fue relacionando con el catolicismo,” continúa.

Se dice que la rosca llegó al Nuevo Mundo con la forma que hoy conocemos, “yo pongo en duda esto: hay referencias del siglo XIX que hablan de un pastel, dato que se encuentra en novelas del costumbrismo mexicano y fuentes periodísticas de esta misma etapa. Lo que se debe reconocer es la idea de esconder en ella un objeto, una costumbre que ha permanecido por siglos. En un principio era una haba seca: quien la encontrara era nombrado el Rey del Haba y gozaba de privilegios durante una semana, convirtiéndose en el centro de atención. Ya en el siglo XIX pasó a ser rito de una sola noche,” explica la catedrática. Además, durante el siglo XIX y hasta las primeras décadas del siglo XX, el seis de enero se conocía como el día de Adoración de los Santos Reyes, una fecha que marcaba el inicio del año.

Partir para comenzar el año en pareja

Entre los derechos del Rey del Haba, además de una rebanada extra de pastel, se permitía obsequiar a una señorita un ramo de flores y bailar con ella como parte de un cortejo. La única obligación que se imponía al ganador era ofrecer otro pastel a cambio, ya sea para departirse esa misma noche, o bien, para alguna otra fecha posterior.

La fiesta era exclusiva para los jóvenes quienes bailaban “The Cake Walk”, conocido en España como “El de los Compadres”, un waltz protagónico con el cual se conocían señoritas solteras. Durante la celebración se llevaban a cabo rifas; los compadres regalaban a las comadres una caja de dulces, un bouquet de gardenias o violetas. A cambio, ellas colocaban en las solapas de la levita de su pareja un lazo y una flor artificial. Con este ritual se acordaba una cita, la cual tendría lugar el dos de febrero, día de la Candelaria, cuando se acostumbraba levantar a el niño del nacimiento, ya sea en casa de ella o él, formalizando así la relación amorosa. “Para finalizar el baile y la rifa, se partía el pastel de reyes y quien encontrara el haba se coronaba como el Rey del Haba y podía elegir a la reina; además, le correspondía ofrecer -si estaba dispuesto- una comida, una tarde de té o tertulia más adelante, obsequiando dulces y otro pastel. Era un pretexto para consolidar relaciones sentimentales,” señala Patricia.

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