Yuri presentó su show Invencible en San Juan del Río y con esto cerró las actividades artísticas del festejo anual más relevante de esta localidad.

Con su voz de cantante de ópera y su desparpajada personalidad jarocha, la cantante hizo retumbar esa carpa —palenque— con capacidad para 2 mil personas.

La veracruzana llegó puntual y formalita a su presentación en el Centro Expositor de este pueblo semi urbano, semi campirano.

En el escenario, la acompañaron una docena de bailarines y otra docena más de músicos.

Contó también los mismos chistes, que ya había contado en el Auditorio Josefa Ortíz de Domínguez, de la ciudad de Querétaro, donde ofreció el mismo show. “Todo lo que hay que hacer por no estudiar, mana”, dijo.

También presentó los mismos vestuarios de presentaciones anteriores y las mismas coreografías, pero en un espacio mucho menor.

Las mismas canciones, a excepción de un popurrí con los mejores temas de su disco homenaje al festival de la canción OTI: temas de Mijares, Napoleón, Juan Gabriel, Ana Gabriel y de muchos más.

Canciones que requerían de una alta capacidad vocal y que Yuri las cantó como si nada especial estuviera sucediendo, como “El triste”, de José José.

Sabe cómo le hizo, pero Yuri acomodó un espectáculo hecho para las masas a un minúsculo ruedo de feria.

Yuri se entretuvo un buen rato platicando con doña Trini, una mujer de 84 años, la cual le recordó a la madre de la cantante, doña Dulce, fallecida el año pasado.

La cantante también paró el show para darle un autógrafo a una niña y decirle: “Esto es para que cuando seas grande y yo ya no esté, digas que conociste a la abuelita de México”.

Una copia de la cantante veía el show desde los palcos: era una Yuri de fantasía, con peluca y vestuario “fosforiloco”.

El show Invencible de Yuri en el Palenque de San Juan incluyó más de 10 cambios de vestuario.

La jarocha lució desde el clásico vestido blanco con fragmentos de cristal, hasta el terrible vestido de mar, con conchas, caracoles y estrellas de mar.

Todo en el Palenque de San Juan transcurría con relativa tranquilidad, hasta que sonaron las primeras notas de “La maldita primavera” y “Detrás de mi ventana” y todos los tapujos desaparecieron.

Fuera sacos, fuera sombreros, fuera falsas apariencias, fuera compostura, que la reina queer ha venido a San Juan a bendecir a todos los que profesan la diversidad sexual y son representados por los colores del arcoíris.

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