En el concierto de los hermanos Filio, la noche del sábado en el Teatro de la Ciudad en Querétaro, se recordó a doña Filia, al comediante Tilín y a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa.

En el escenario, Alejandro Filio pidió por “los 43”, habló de un “país herido”, y luego pidió paz.

Con la guitarra en la mano, el trovador interpretó una canción que habla de todos somos “carne de cañón” y gritó: “¡Viva México cabrones, que no hay más!”.

Le pidieron canciones a gritos: “Mujer que camina”, “Ojos verdes”, “Vienes con el sol”, “Canción sin luna”, etcétera.

Alejandro llegó al teatro con un caminar pausado, cabizbajo, con su mochila de maestro mal pagado al hombro y una botella de “sepa que cosa” que hacía espuma y parecía darle energía cada vez que tomaba de ella.

En la calle, a las puertas del Teatro de la Ciudad en Querétaro, los manifestantes gritaron “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”.

Los marchistas conmemoraron un año de la noche negra de Iguala, Guerrero, y en el Jardín Guerrero se instalaron veladoras y pancartas.

David Filio, el moderado, dedicó una canción a su suegra e invitó a cantar a su hija Bego, nombre artístico. También se solidarizó con “los que cantan y cuentan las cosas de la vida a través de las canciones”.

David, el flaquito y canoso, recordó a las mujeres, en primer lugar a su madre, la voz de su mujer, “muy recurrente, por cierto, es veracruzana y habla mucho”, la de su hija, etcétera.

Filio, el que habla suave y tira chistes en la plática como no queriendo la cosa, cantó “Vale la pena” y muchas más.

Los dos Filio, ambos cantantes y trovadores; ambos bromistas y buenos con la guitarra. Tuvieron la misma madre (Filia) y el mismo padre (el payaso Tilín), pero por “cosas de la vida” nunca habían cantado juntos.

Llegaron por separado al Teatro de la Ciudad. David primero y luego Alejandro, se instalaron con sus guitarras, cantaron y recordaron.

Los trovadores contaron que en su casa, cuando eran chiquitos (Alejandro todavía lo es en estatura), sólo tenían una guitarra “y teníamos que esperar a que uno se descuidara para ganarla”.

“Te acuerdas de esa muchacha”, expresó Alejandro. “Claro, Gloria”, dijo David. Desde entonces ambos supieron que “La gloria es una mujer”.

“Somos Filio por Filia y Tilín somos lo que somos”, afirmó David en nombre de sus padres y, posteriormente, cantó una de esas canciones dedicadas al padre y al abuelo ya ausentes, “que contaban chistes de colores y de cristal”.

Alejandro interpretó ese tema que habla del amor: “cuando veo tus zapatitos junto a los míos…”.

Los dos Filio, los hermanos, los trovadores, se vieron tan a gusto y tan a sus anchas en el Teatro de la Ciudad de Querétaro, que el tiempo se les fue como agua y como dice una canción de Joaquín Sabina: y les dieron las 9 y las 10 y las 11 y las 11:30 de la noche cantando y no daban señas de querer parar.

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