Desde hace un mes, Silvia Vázquez se dedica al mantenimiento y al resguardo del Templo de Teresitas, situado en el primer cuadro de la capital de Querétaro, y aseguró que debido a que se registró el robo de un par de candelabros se optó porque una persona mantuviera el cuidado de la iglesia.

“Apenas tengo un mes, vine porque me dijeron que estuviera al pendiente del lugar y a realizar el aseo. Lo que pasa es que a veces entra gente a hacer averías y roba”, relató.

Silvia ejemplificó que hace unas seis semanas se percataron del robo de candelabros, “se han robado dos, cuando es un día festivo ponemos velas en los candelabros, pero desde que sucedió eso ya no las instalamos”.

Aunque desconoce el valor de las piezas robadas afirma que son costosas, “la verdad no tengo ni idea de cuál es su valor, pero sí tiene su costo”.

Además de los hurtos identificados, expresa que hay personas que acuden a la iglesia con el propósito de realizar “averías”, pues lo mismo entran a degustar sus alimentos que a charlar o a pasar el rato.

“Hay gente que se mete a comer o están las parejitas que vienen a platicar pero eso no se pude hacer, porque aquí está el santísimo y el templo está para que lo vengan a adorar, pero mucha gente no lo ve así”, aseguró.

La cuidadora del templo exclama que como en éste se aprecia un estilo barroco, suele llamar la tención de quienes lo visitan, entre los que se encuentran personas que optan por hacer desmanes.

“Como es una iglesia barroca viene mucha gente a sacar fotos, pero no conformes con eso hay quienes hacen travesurillas y es por eso que ahora estoy aquí; también por el aseo, para que esté limpio”, explica Silvia.

Durante el tiempo que ha permanecido en el templo, a Silvia no le ha ocurrido algún inconveniente, “hasta ahorita no me ha pasado nada, pero lo que sí sucede es que hay mucho indigente, personas ebrias que pasan por aquí o que grita allá afuera y pues eso es molesto para las personas que viene a hacer sus oraciones”.

Pero estas situaciones no detiene la labor de Silvia, quien desde las siete de la mañana llega a la iglesia, posteriormente dedica su tiempo al aseo del lugar: barre, trapea, limpia y acomoda las áreas del santuario, desde la zona de las bancas hasta el templo mayor.

“Empiezo desde muy temprano, me corresponde abrir el templo, dar limpieza al área de las bancas y diario lo limpio; una vez que lo termino, me dedico al altar mayor y de limpiar. Acabo como a las dos de la tarde, pero todo el día observamos quién entra y quién sale”, relató Silvia Vázquez.

Antes de cuidar del Templo de Teresitas, Silvia se dedicó a la venta por catálogo de recipientes y de cosméticos; ocupación que abandonó a causa de enfermedades que padeció su esposo. Desde entonces enfocó su tiempo a dar catequesis, sesiones que realiza entre los fines de semana pues de lunes viernes se dedica al cuidado y limpieza del Templo Teresitas.

“Mejor me retiré y empecé a dar catecismo, ese es un servicio que doy gratuitamente. Como tengo libres los sábados y domingos, estos días los dedico a la catequesis”, aseguró.

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