El próximo domingo 7 de septiembre, los militantes del PRD irán a las urnas. A diferencia del PAN, que celebró en mayo pasado lo que podría describirse como unas “elecciones presidenciales”, las del partido del Sol Azteca parecen más bien unas “elecciones parlamentarias”.

Mientras que los militantes del PAN eligieron de forma directa a su dirigente nacional —el presidente de su Comité Ejecutivo Nacional—, el PRD renovará a sus órganos de representación política, que en el ámbito nacional son dos: el Congreso y el Consejo nacionales. El Congreso es un órgano con más de mil 500 integrantes —mil 200 elegibles en esta elección– que tiene esencialmente funciones legislativas y se reúne con escasa regularidad para aprobar modificaciones a documentos básicos como estatutos, declaración de principios y programa del partido.

En el Consejo Nacional es donde realmente reside el poder político al interior del PRD. Sus poco más de 400 integrantes —320 seleccionados por voto directo en esta elección— son quienes elegirán al sucesor de Jesús Zambrano como dirigente nacional del PRD por los próximos tres años. Por esta razón, las contiendas internas del PAN y PRD han sido tan diferentes. La primera polarizó a la militancia en torno dos candidatos: Gustavo Madero y Ernesto Cordero. La segunda ha sido una contienda entre planillas, lemas y sublemas que agrupan a la pluralidad de corrientes que conviven dentro del PRD.

Aunque tanto la elección interna del PAN como la del PRD implican la participación directa de la militancia, hay una diferencia de método significativa. El PAN adoptó el sistema de mayoría relativa, en el que quien tiene más votos gana y el ganador se lo lleva todo. El PRD tiene un método de representación proporcional puro, que dispersa el poder entre las diferentes corrientes internas. En el caso del PAN, conocimos al ganador la noche de la jornada electoral. En el caso del PRD, los resultados de la elección se harán públicos la misma noche de la jornada electoral, pero la designación del nuevo dirigente nacional será un proceso ulterior.

De hecho, el efecto de la elección será redefinir el equilibrio de poderes entre las diferentes corrientes. A partir del nuevo equilibrio se iniciará la negociación y la construcción de acuerdos. La representación proporcional garantiza una contienda en la que no hay ganadores ni perdedores absolutos. Aunque la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional es la posición más valiosa que está en juego, hay otros cargos en disputa que se pueden repartir para compensar perdedores y mantener la unidad del partido.

Quizás como parte de este modelo consensual de gobierno intrapartidista, la actual dirigencia nacional del PRD solicitó al INE la organización de las elecciones internas. Y desde la firma del convenio que se celebró con este propósito, el INE y la Comisión Nacional de Garantías del PRD han venido trabajando para que los militantes puedan participar en condiciones de certeza, legalidad y transparencia. La experiencia sentará un precedente muy relevante, pues será la primera vez que la autoridad electoral, en uso de sus nuevas atribuciones, organice la elección interna de un partido político.

La lógica de la intervención del INE ha sido llevar a la elección interna de un partido político las garantías propias de una elección constitucional. Por ello, se han seguido procedimientos muy exigentes de validación del padrón de afiliados mayores de edad, el registro de candidatos, la integración de las mesas receptoras del voto, la logística para la distribución y acopio de materiales electorales, así como los cómputos de la votación. Aún así, las reglas que prevalecen en una elección interna como la del PRD son diferentes a las de una elección constitucional y el INE ha tenido que adaptar sus prácticas y procedimientos. El resultado es una elección altamente compleja.

El padrón de militantes del PRD está integrado por 4.5 millones de personas —incluyendo a 92 mil jóvenes de entre 15 y 18 años—, lo cual representa el 5.5% del padrón electoral. Sin embargo, se registraron más de 89 mil 300 candidatos agrupados en 4 mil 417 planillas, emblemas y sublemas nacionales, estatales y municipales. Si tomamos en cuenta que en la elección federal del 2012 hubo sólo 3 mil 228 candidatos de siete partidos y dos coaliciones, podemos hacernos una idea del desafío que las elecciones internas del próximo domingo representan para la autoridad electoral.

Consejero electoral del INE

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