¿Aquí ya lloró la Virgen?, le preguntan unas personas a Leticia Aboites Pérez, quien responde que sí, ya lloró. De inmediato pregunta de qué sabor quiere su vaso de agua.

Leticia ayuda a su hermana Susana, la maestra Susanita como la conocen, quien desde hace casi 30 años retomó la tradición de montar un altar y dar agua durante el Viernes de Dolores, tradición que en estos tiempos escasea, salvo por algunas personas que luchan por conservarla.

 “Es la tradición. Se pone el altar de Dolores. Cuando llega la gente pregunta: ¿Aquí ya lloró la Virgen? Entonces se les ofrece un vasito de agua de sabor, de fruta natural, que representa o simboliza las lágrimas de la Virgen que derramó por sus siete dolores grandes que tuvo con su hijo, Jesús”, explica la maestra.

El altar de Dolores ocupa el garaje de la casa de Susanita y su esposo, Luis Hernández. El domicilio, en la calle de Escobedo, en el primer cuadro de la capital queretana es conocido por preservar la tradición.

La mujer destaca que hasta poco después de las 14:00 horas ya había preparado 40 litros de agua de horchata, 20 de melón y 20 de piña.

Comenta que en la elaboración del altar se tarda una semana, pero comienza a cultivar el trigo que usa dos semanas antes.

Preservan la tradición del Viernes de Dolores
Preservan la tradición del Viernes de Dolores

Explica que el trigo debe de cultivarse en la oscuridad, para que tenga el característico color amarillo. Cuando les da la luz del sol se pone verde.

“Esto representa lo oscuro del sepulcro donde estuvo nuestro señor, y cuando le da la luz es su resurrección”, añade.

Por la calle de Balvanera, en el centro de la ciudad, comienzan a pasar los niños que salen de la escuela. Susanita destaca  que les pide a las mamás que les expliquen a los niños en qué consiste la tradición, para que no se pierda en las nuevas generaciones.

Una pareja camina por la calle. Cuando ve el altar y las garrafas de agua se detiene. Leticia les pregunta si quieren un vaso de agua. Contestan afirmativamente. Eligen el sabor de horchata. Luego de recibir su agua, continúan con su camino.

El Museo Regional

En el Museo Regional, otro Altar de Dolores llama la atención de quienes transitan por la avenida Corregidora.

Muchos de los ciudadanos que caminan hacen una pausa. Entran al museo para persignarse frente al altar.

César Augusto Guardiola González, museógrafo proyectista del Museo Regional de Querétaro, explica que el diseño que se presenta este año en el recinto, se comenzó hace un mes y medio, aproximadamente, a diseñar, a planificar desde los bocetos.

“Tenemos ya trabajando c aproximadamente 15 días, forrando las bases, adecuándolas para el buen funcionamiento. El trigo se sembró el día 25 del mes pasado. Todo [el material] es elaborado aquí. El papel picado lo comenzamos a hacer desde hace mes y medio. Esta ocasión quisimos darle un cambio, un giro a esta parte, porque originalmente  ocupaba toda la bóveda,  ahora quisimos dar esta parte, como si fuera un resplandor del sol en la parte alta” dice.

Sobre la imagen de la Virgen de los Dolores, comenta que fue donada el año pasado al museo y está restaurada. “Esta es una forma de exhibir a los queretanos y turistas las nuevas piezas artísticas con las que cuenta el acervo del museo”, dice.

En el altar, añade, están también las siete esferas, que representan los siete dolores que va a tener la Virgen, pero este año se incluyó en el altar una custodia de plata, también de la colección del Museo Regional.

Precisa que incluso las naranjas agrias son parte del museo, pues son del Patio de los Naranjos. Son un producto local.

Cuando los peatones se percatan del altar se detienen. Entran a persignarse y a tomar una foto al espectacular altar del museo. Una mujer, elemento de seguridad del recinto, observa a la distancia y de manera discreta a quienes ingresan. La mayoría se queda a unos metros del altar, casi en la calle, para tener una mejor perspectiva.

Guardiola González recuerda que la tradición de colocar el altar de Dolores llegó con los españoles. Ya en tierras americanas se comenzó a hacer una mezcla de ideas y tradiciones.

“Nosotros, en el Museo Regional de Querétaro, desde hace 30 años retomamos esta tradición con el profesor Loarca y año con año hacemos una representación de nuestro altar de Dolores”, asevera.

El altar incluye dos columnas con unos pelícanos tallados que se desgarran el pecho. Iconográficamente tienen mucho significado, pues las aves representan a Cristo que se rasga el pecho para sanar a la humanidad.

En el altar no puede faltar la manzanilla y el hinojo, símbolos de amargura. La chía del agua son las lágrimas de la Virgen y la naranja agria  representa el dolor que vivirá la madre de Cristo.

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