En el primer día de operaciones del sistema de transporte público Qrobús, a muchos usuarios los tomó por sorpresa que las rutas que usualmente abordaban para llegar a su casa, trabajo o escuela, dejaron de circular por avenida Constituyentes.

Desde temprana hora algunos usuarios del transporte público esperaban la llegada de las unidades en el lugar de siempre, en las paradas ubicadas cerca de la acera. Sin embargo, el tiempo y la ausencia de las rutas les generó enojo, impaciencia y frustración por no llegar puntuales a sus destinos. Usuarios con mochilas, volteaban hacia el tráfico, pero sólo dos rutas de camiones suburbanos pasaron por los carriles destinados a vehículos particulares.

En el carril confinado, la frecuencia de las rutas era de hasta dos y tres minutos entre cada camión. Quienes no sabían del cambio en el sistema de transporte acudían con los inspectores del Instituto Queretano del Transporte y algunos otros auxiliares con chaleco verde para preguntar por sus rutas.

En ese momento se enteraban que 21 rutas de transporte cambiaron su itinerario; las corridas 4, 7, 9, 10, 24, 28, 31, 40, 41 y otras más se mudaron de Constituyentes a Zaragoza. Entre el desconcierto y la falta de información, el enojo en los usuarios no se hizo esperar pues pocos sabían qué ruta pasaría por su trabajo, el uso de las tarjetas de prepago o dónde adquirir la tarjeta.

La estación Alameda por ser un punto intermedio, fue el punto de mayor concentración de usuarios. Francisco Zubieta Méndez, uno de los concesionarios de la empresa integradora del transporte público, parado en las inmediaciones del Centro Cultural Manuel Gómez Morín, observaba la operación del sistema. Algunos usuarios se acercaban a él para resolver dudas, pues su camisa portaba el logo institucional.

En la Alameda Hidalgo las filas llegaban a tener hasta 30 personas para adquirir una tarjeta, pues para entrar a la estación se requiere una. Las personas preguntaban por los requisitos: credencial del INE y el CURP.

–Para tramitar la tarjeta de mi hijo ¿Cómo le hago?” Preguntó una señora. –Tiene que ir directo al instituto porque le tienen que tomar la foto”, le respondió un auxiliar.

La cara de la señora se enrojecía porque más temprano también tuvo dificultades en las nuevas unidades, pues no logró entrar a la estación porque ni su hijo ni ella tenían la tarjeta.

Quienes lograban sortear una media hora en promedio en la fila del trámite, ahora se enfrentaban a la fila de la recarga. Los cajeros dispuestos en el interior de la estación estaban atiborrados de los usuarios que apenas atinaban a manipular el cajero. Poco antes de mediodía, algunos funcionarios de la Secretaría de Desarrollo Social y Humano del municipio de Querétaro acudieron a auxiliar a las personas. Si ya tenían su tarjeta y su recarga pasaban directo para abordar los camiones, si no, esperaban turno.

Los usuarios que permanecían en los lugares de siempre al darse cuenta que las rutas usuales ya no pasarían por donde siempre esperaban la unidad, comenzaban a cruzar a la estación para informarse. No sabían si su ruta desapareció, si pasará por la colonia de su casa, si habrá trasbordo o pagarán doble pasaje.

Algunos jóvenes y adultos pensaban que para entrar a la estación podría tomarse cualquier acceso. Las indicaciones del personal del IQT no se hacían esperar, debido a que los usuarios cruzaban la calle y querían entrar por el acceso especial en el que se colocan las nuevas unidades de Qrobús para ingresar a las mismas.

Derivado de la desinformación sobre el nuevo sistema, incluso algunos adultos mayores permanecían varios minutos en las filas para adquirir las tarjetas o para recargar las mismas, sin que alguien les indicara que si traen la tarjeta llamada RedQ —con saldo suficiente—, sería válida para abordar.

El proceso para subir a las nuevas unidades parecía cíclico porque eran las mismas dudas respondidas a personas distintas. Las viejas paradas ya sólo eran ocupadas por quienes querían abordar los camiones suburbanos. Los demás se formaban para ingresar en las estaciones, donde no faltó quien llevó una caja de cartón con botanas para vender a los usuarios del nuevo sistema de transporte.

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