“Si el futbol es para nacos, considérenme un naquísimo. Al contrario, creo que el futbol tiene elementos culturales y artísticos. Hay un capítulo en el libro donde comparo el futbol con el arte. No me digas que Ronaldinho no hace arte, es arte surrealista, hay estética en el terreno de juego”, es lo que afirma el escritor queretano Daniel Muñoz Danielopski, quien a través de su libro La Geometría de la Euforia relata cómo el futbol ha formado parte de su vida desde que era niño y hoy, a sus 40 años, no deja de emocionarse con este deporte.

“No es broma cuando digo que fue un proceso de sanación. Escribir del futbol me permitió hacer las paces con ese futbolista frustrado, y fue de lo mejor que me ha dejado escribir de algo que para mí es importante. Así como el futbol, la literatura es algo que me llena el alma”, afirma.

En 79 páginas, Danielopski relata vivencias que resultan cercanas e incluso similares para los aficionados que hablan el lenguaje universal… el de la pelota.

De la cancha a la pluma

Como casi cualquier niño mexicano, el futbol fue un miembro más de su familia, creció con él, se convirtió en su mejor amigo y hoy es algo que lo define.

“Siempre hubo futbol en mi casa. En los años 80, cuando no teníamos tanto contacto con el futbol internacional, lo que más esperábamos era el Mundial.

Es un deporte de masas, muy democrático, como dice Juan Villoro, lo puedes jugar hasta con un bote de Frutsi, se adapta a las necesidades, no es un deporte elitista, es un deporte de la gente”, expresó.

Después vino la literatura. Danielopski comenzó con una columna en Tribuna de Querétaro, ahí escribe de política cada 15 días, pero como dice que “eso cansa”, entonces empezó a tomar talleres para redactar cuentos. La escritora queretana Vero Llaca fue su mentora, y de repente le salieron las ganas de querer publicar.

Junté lana y fue como publiqué. Uno escribe de lo que es, de lo que hace, de su estructura síquica. El tema del futbol me ayuda a entender mi historia en la línea del tiempo: yo ubico mi graduación de preparatoria y como tres días después México perdió contra Alemania en Francia 98”, comenta.

En un mundo digital, ¿cómo es que un libro tiene cabida? ¿Cómo compite Danielopski ante una generación que se rige por el lenguaje audiovisual?

“Es una aspiración muy romántica, sobre todo porque es más fácil darle play, darle click a la lectura. La gente cada vez lee menos. Al final de cuentas hay que tratar de encontrar ese pequeño o gran núcleo de lectores potenciales, el futbol es un género literario, por absurdo que parezca.

“En México tenemos un referente que es Juan Villoro, es complejo encontrar a gente que le guste el futbol y que le guste leer”, señala.

Futbol mexicano

Selección Mexicana, solamente con escuchar el tema Daniel hace una mueca, ese gesto que haces cuando te preguntan algo incómodo, pero sabes que quieres hablar de ello.

“Es algo muy turbio, es un negocio, no se ve como un proyecto deportivo, pero no deja de ser el equipo de nuestro país y el que nos despierta los sueños, aunque cada cuatro años pase lo que ya sabemos, pero no deja de ser bello.

“Me encantaría ver algún día a México como campeón del mundo, por lo menos que pase el pinche quinto partido”, menciona eufórico Danielopski.

En su libro relata cómo descubrió al futbol como un lenguaje universal; fue en la boda de su hermana.

El novio y su familia son de origen alemán, y por el lado de la novia, todos son mexicanos. El jardín nupcial se convirtió en la recreación de tantos combates que ha tenido México en mundiales de futbol contra los teutones.

“Descubrí el futbol como lenguaje universal en una boda; en la fiesta empezamos a hablar de futbol y nos entendimos por los apellidos de los futbolistas que le han pasado a México por encima, y terminamos haciendo la reta. Encontrar este idioma universal a través de un deporte, que cuando no puedes hablar el mismo idioma te puedes entender a través de él”, asegura.

Aficionado

En su libro describe cada una de las caras del futbol, pero hay una piedra angular, lo que le da sentido e impulso a lo que sucede en la cancha.

“Algo que destaco es el sentido de pertenencia, ir cada 15 días al estadio, juntarte con gente que va a celebrar o llorar lo que pase en el terreno de juego en colectividad, para mí una de las justificaciones del por- qué existe el aficionado. Pero también con la consigna de lo que dijo Jorge Valdano: “El futbol es lo más importante de lo menos importante”. No es cualquier simpleza el futbol, es un fenómeno que debería estudiarse más a fondo”, comenta.

Es seguidor de las Chivas y su ídolo es Ramón Ramírez, pero le dedica un capítulo a Gallos Blancos, el equipo de Querétaro.

“No me hago de Querétaro porque fui cobarde. Me tocó ir a un partido contra Pumas, que era por la permanencia, y Gallos descendió, desde ahí quedé dolido, regresé a las Chivas, y en ese sentido me gusta escribir de Gallos. Ser queretano me da derecho a escribir sobre Gallos”, asevera.

Al preguntarle ¿qué le diría al futbol si éste fuera una persona?, señala: “Le invitaría un café y hablaría, no lo dejaría hablar, me imagino que sería una persona muy famosa y me gustaría tratar de explicarle lo importante que es en mi vida”.

cetn

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