Tequisquiapan, Qro.- Pablo Hermoso de Mendoza siempre es garantía. Su estilo único de rejoneo, donde parece uno con el caballo, enaltece corridas y arranca suspiros.

En el marco de la Feria del Toro 2013, el jinete navarro fue el único en llevarse dos orejas y salir a hombros de una plaza portátil que lució a tope y con gran ambiente.

Durante el festejo taurino, (primera corrida programada en la feria), se padecieron algunos contratiempos por la falta de organización: se inició después de la hora señalada; en la lidia del primer toro de Pablo Hermoso se apagó una lámpara por lo que suspendieron por unos momentos las acciones en el ruedo; se dificultó la salida de los toros caídos (tuvieron que echar mano de una camioneta porque los caballos no aguantaron el peso para el arrastre) y regaron el ruedo hasta que recibieron la orden del rejoneador español, segundo en aparecer ya iniciada la corrida.

Pero arribó Pablo Hermoso de Mendoza con sus caballos pura sangre, y la gente le respondió.

Fue consentido por el público que aún recuerda su última aparición en Tequisquiapan, el 2 de febrero del 2010, cuando el navarro, con astados de Fernando de la Mora, logró una tarde redonda al obtener cuatro orejas y dos rabos.

El reencuentro con los aficionados del Pueblo Mágico,  tres años después, resultó emotivo, más por la entrega del siempre sonriente rejoneador, que por la calidad de los astados presentados de las ganaderías participantes en este festejo (se lidiaron dos toros de Cuco Peña para rejones y cuatro de Golondrinas para los toreros a pie).

Con el primer ejemplar, Pablo Hermoso cuajó una gran faena, mostrando las cualidades de sus caballos pura sangre y maestría al colocar los rejones de castigo y las banderillas largas y cortas, emocionado al respetable al tocar con el codo la cabeza del toro, pero falló con el rejón de muerte y sólo recibió ovación.

Fue hasta el cuarto toro de la noche, que el rejoneador logró una actuación de relieve y fue premiado por el juez primero con un apéndice, pero la gente exigió y entregó las dos orejas y posteriormente la salida en hombros de la plaza.

Mientras que los diestros mexicanos Fernando Ochoa y el novillero Antonio Lomelí, solo se llevaron los aplausos del tendido. Ochoa,  lució el toreo  y con destellos de calidad. Mató pronto y fue ovacionado en ambos.

Lomelí hizo lo propio. Tuvo momentos de calidad en sus dos ejemplares, tercero y sexto de la noche, para salir ovacionado en ambos.

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