Cruz Azul volvió al pasado. A los tiempos de Tomás Boy o Sergio Bueno, cuando se jugaba mejor que ahora, pero no se tenía actitud, esa de la que tanto presume Francisco Jémez que ve poco a poco que su equipo se marchita.

Humillación en Puebla para La Máquina al ser goleada por el Benjamín 3-0, por el último lugar del cociente, por los Lobos BUAP que no sólo derrotaron a los cementeros, sino que los bailaron en la cancha y en la banca, ya que Rafa Puente del Río, con todo y su novatez le dio una lección de táctica y humildad al español Jémez.

Todo estaba puesto para que Cruz Azul ganara. La nómina, aunque no juega, favorece casi en lo doble a los capitalinos, 31.5 millones de dólares por 18.5 de los poblanos. El momento también debía ser azul y no. Al final todos aullaron. Ni la vuelta del tridente: Peñalba-Silva-Baca; ni el regreso del español Méndez fue suficiente.

A lo largo Lobos gana. Por las bandas no los paran ni Aldrete, menos Mendoza. Viene el centro de un lado, del otro, Velázquez no despeja, la pelota queda muerta y Julián Quiñones llega a empujar.

Cruz Azul también es superado en actitud. Es tan indolente el cuadro cementero que en un saque de banda, Fabbro toma ventaja, entra al área y cruza para marcar el segundo de la tarde. Cruz Azul cambió formación, de 4-3-3 a 5-3-2, con la intención de encontrar algo de lo que dejó escapar en la primera parte. Mas, a los cinco minutos los universitarios se volvieron a acomodar, ayudados por las “estrellas” cementeras que se olvidaron del conjunto y comenzaron a jugar para sí, para ganar la guerra por sí solos. Quiñones dejó atrás a la defensa y Corona tuvo que derribarlo en el área para que se marcara el penalti que el mismo colombiano hizo gol.

La crisis cementera ha entrado en un hoyo difícil de escalar y lo peor es que le viene el América en la Copa.

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