Guadalajara .— El tiempo sigue siempre su marcha. Implacable. Inevitable. En el transcurso, algunas cosas cambian. Otras, permanecerán eternamente iguales. José Manuel de la Torre, nuevo técnico del Guadalajara, vive esa dualidad. Su semblante es completamente distinto. Su disciplina, en cambio, se mantiene firme.

La última imagen del Chepo contrasta radicalmente con la actual. La noche del 6 de septiembre de 2013, el estratega apareció ante los medios de comunicación con rostro desencajado. Inconsolable. Tras el Aztecazo frente a Honduras, reiteró que no renunciaría. Horas más tarde, durante la madrugada del día 7, fue despedido. Terminó así el sueño de ir al Mundial con el Tri.

Han pasado poco más de 13 meses. Una larga pausa en la carrera de un técnico exitoso. Su cara es otra. Luce sonriente cuando recibe al reportero de EL UNIVERSAL, en Verde Valle.

Se da tiempo para pequeñas bromas. Lleva ropa de entrenamiento. Una gorra le cubre del sol. La tabla la ha dejado en el vestidor, pero tiene en la mano izquierda, el plumón con el que hace las anotaciones.

Se le nota con otro ánimo. Renovado enteramente. Es un Chepo recargado, entusiasta e ilusionado. Nada que ver con el de 13 meses atrás. El reto del Guadalajara, aunque difícil por el riesgo de descender, le ha devuelto esa adrenalina que ya extrañaba. Antes de comenzar oficialmente la aventura, su rostro ha cambiado.

“A lo mejor te pueden presentar algo con menos riesgo, pero creo que por lo que significa Chivas para nosotros, el reto no nada más es deportivo, por todo lo que conlleva, sino que también es algo personal”, explica durante la charla exclusiva, sentado a un costado del campo dos, resguardado bajo la sombra de un árbol.

Pero aunque su semblante es diferente, por dentro, José Manuel de la Torre es el mismo técnico estricto y exigente en su trabajo. Eso lo ha llevado al lugar que hoy tiene en el balompié mexicano. Por eso, no habrá de cambiar. Y quien piense que el revés de Selección Mexicana lo ha “ablandado” en ese aspecto, se equivoca.

“Cada quien lo puede tomar de una u otra manera. Yo no conozco ningún proyecto que funcione sin disciplina, y no es que sea militar. Nosotros somos muy exigentes, eso sí, somos ordenados. Así me educaron, eso es lo que me ha dado resultados y me ha puesto en esta posición”, sentencia Chepo.

El amargo desenlace que tuvo con el Tricolor le ha servido como aprendizaje, pero en nada ha modificado su filosofía laboral.

“Sigo siendo la misma persona. Sí, con un poco más de experiencia, pero todo eso también se capitaliza para ir mejorando. Los tropiezos son así, duelen, pero son parte de la vida y cuando uno sana la parte mental, ayuda muchísimo para seguir creciendo”, dice.

La advertencia es clara para el plantel que ahora dirige y que en el pasado ha tenido muchos problemas públicos relacionados con indisciplina. Futbolistas de fiesta han sido “ventaneados” a menudo por los propios aficionados. Algunos fueron castigados económicamente; otros, hasta separados. José Manuel de la Torre no piensa desgastarse cuidándolos. Apela a su profesionalismo y deja en claro que el reglamento será parejo para todos.

“Mira, eso es de cada quien. Yo no soy niñera ni nadie que los esté cuidando en la calle. Saben lo que representa ser profesional en un ámbito deportivo. Es una disciplina que ellos la saben desde el momento en que firman un contrato, saben a qué se atienen y qué beneficios tienen”, concluye.

Asegura que no hay casos especiales, como Ángel Reyna, a quien ya tuvo en la Selección Nacional y ha sido señalado como “problemático”.

—¿Futbolistas de este tipo te merecen un trato distinto o eres parejo?

“Todos son distintos. Las reglas son para todos, pero todos son distintos. El trato es distinto para cada persona, pero bajo el mismo reglamento”.

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