Originaria de Bakú, Azerbaiyán, Rusia y proveniente de una familia de músicos, Natasha adquirió el gusto por este bello arte desde que era una niña, con el que mostró su talento al cursar estudios en su país de origen.

En 1994, Natasha emprendió un viaje a México por cuestiones laborales y por un tiempo residió en Querétaro, en donde trabajó en la orquesta de Sergio Cárdenas; posteriormente se trasladó a Cancún, en donde asegura, se sintió como en casa, ya que encontró diversidad de culturas por la concurrencia de turistas extranjeros.

Sin embargo, el atentado del año 2001 en Estados Unidos movió la economía de dicho destino. “Fueron tiempos difíciles, la gente no iba a visitar el lugar, incluso los rusos que iban muy seguido, dejaron de hacerlo, por eso regresé a Querétaro”, expresó Natasha, quien concedió una entrevista exclusiva a EL UNIVERSAL, Querétaro.

¿Cómo entraste a la música? 

—Es una historia muy peculiar porque a mí me obligaron, mis padres eran músicos así que prácticamente yo no tenía otra opción. Desde los 4 años fue normal que yo estudiara música y empecé a tocar el piano. Me costó entender por mucho tiempo que ellos tenían razón —casi toda la vida— incluso yo pensaba que tenía que ser una deportista.

¿En qué momento te diste cuenta que esta era tu profesión?

—Fue muy raro, lo entendí cuando noté que cualquier cosa que estaba mal en mi vida, se iba cuando escuchaba o hacía música; antes no me daba cuenta de eso; simplemente era más técnica mi relación con la música. A veces, mi ex esposo ponía ópera cuando yo estaba enojada y me calmaba, es magia.

¿Por qué llegaste a México?

—Hace 23 años empezó una compañía de alto nivel aquí en Querétaro, específicamente fundada por el director de orquesta y compositor Sergio Cárdenas; para complementar el talento local, fueron a Rusia a hacer audiciones y nos trajeron a varios. Fue un proyecto muy bueno, a raíz de eso se empezaron a abrir más orquestas en San Luis, Coahuila y otros lugares. Mis papás llegaron un año antes y después me vine yo con mi hijo.

¿Fue difícil separarte de tu país?

—No entendía nada de lo que pasaba aquí, me quería regresar casi desde que llegué. Una anécdota que tengo de algo muy extraño fue que cuando yo llegaba de trabajar, dejaba la luz prendida, pero aquí tienen la costumbre de visitarte todo el tiempo, para tomar algo y platicar, y por eso, mejor empecé a apagar la luz para poder estudiar.

¿Cómo comenzó tu carrera profesional aquí?

—En Rusia cuando estás estudiando todo el mundo te conoce, tomas un trabajo y estás dentro de este mundo, pero aquí en México era más difícil porque nadie me conocía, tuve que comenzar desde cero demostrando que soy buena. En ese tiempo empecé a trabajar en bellas artes como acompañante, hice conciertos y amistades que hasta el día de hoy continúan.

¿Qué género tocas?

—Yo no compongo, pero hago arreglos de música, estaba como pianista clásica cuando llegue a México, después hubo necesidad de ampliarme en otros géneros; abarcando desde música tradicional mexicana como del compositor Agustín Lara y ese estilo, pasando por los tangos, que también me encantan, o piezas internacionales, como el soundtrack de Amelie, que es muy popular aquí. No veo por qué no indagar en el jazz y en otros sonidos.

¿Qué escenario te ha marcado en tu carrera?

—México ha sido importante para mí, he tocado en salas de todo el país; en el Juárez, en Colima; Ángela Peralta, en Mazatlán y Armando Manzanero, en Mérida, pero de todos, el mejor ha sido el Teatro de la República, de Querétaro, es muy acogedor.

¿Cómo perciben a México en Rusia?

—Todos piensan que aquí no hay problemas, que es un país con gente divertida y despreocupada; que viven más bien de amor, de danza y de cultura. Creen que no hay mucha seriedad, esto es porque el cine de oro sigue marcando ideas allá y piensan que la vida es como la del hombre con varias muchachas, aunque no tiene nada que ver con lo que es hoy.

¿Que sientes al estar en un escenario?

—Lo que me gusta es la música como tal; estás sola en realidad con tu piano, no hay nada que te interrumpa. Antes me ponía nerviosa por salir al escenario hasta que un cantante me dijo “al hacer esto me divierto y me pagan”, él me transmitió ese sentir.

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