El proceso de renovación de la dirigencia de Morena está atravesado por una triple complicación. Por un lado, la natural intensidad que caracteriza a una competencia política. Por otra parte, la presión extraordinaria que se deriva de las exigencias ciudadanas de un comportamiento diferente al tradicional y, finalmente, la intervención del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

Sobre esto último, Morena tiene la necesidad de cumplir con un conjunto de condiciones impuestas por el órgano jurisdiccional sin las cuales no será posible dar cauce al proceso formal de sucesión.

En tanto que esto no ocurra, y de acuerdo a la jurisprudencia electoral correspondiente, opera una prórroga tácita de los diversos órganos elegidos en el proceso interno anterior.

Esto quiere decir que seguirán en funciones los actuales Comités Ejecutivo Nacional (CEN), Consejo Nacional (CN) y Comisión Nacional de Honestidad y Justicia (CNHyJ), entre otras instancias partidistas.

El TEPJF ha señalado qué órganos del partido deben cumplir la resolución arriba mencionada.

En esas circunstancias es imperativo que las diversas instancias de Morena colaboren entre sí. Y deben hacerlo para lograr dos objetivos importantes: en primer lugar para cumplir lo que señala el tribunal. Y en segundo lugar para atender las tareas políticas cotidianas e inmediatas.

Sobre esto último podemos ubicar tres tipos de actividades: 1. Las de construcción partidaria, 2. Las políticas de defensa del proyecto de transformación, 3. Las de carácter político electoral que correspondan a la actual coyuntura.

Todo lo anterior nos conduce a sugerir una serie de puntos específicos a cumplir en lo inmediato:

-Difusión de los logros del gobierno federal y de las reformas alcanzadas

-Puesta en marcha del Instituto de Formación Política

-Consolidación del padrón de afiliados

-Designación de delegados que se hagan cargo de los espacios vacantes en los órganos estatales

-Definición de alianzas y coaliciones para próxima ruta electoral

Todo lo anterior implica compromiso, responsabilidad, institucionalidad y, sobretodo, unidad, mucha unidad.

Es factible, es posible, porque al frente de los órganos de Morena se encuentran personas de principios, honestidad y profunda convicción.

A Yeidckol Polevnsky le correspondió encabezar al partido en la compleja misión de alcanzar la victoria electoral del 2018. Bertha Luján participó en la organización fundacional de Morena y simboliza el perfil ideológico de la militancia. Héctor Díaz-Polanco ha jugado un papel clave para poner límites a conductas indebidas que desvíen y traicionen los principios de Morena. Los tres son auténticos, son honestos y son capaces. Confiamos mucho en ello

Cuando hablo de la confianza que les tenemos me refiero también a otra complicación que tocaba al principio de este artículo y que se refiere a la exigencia ciudadana que pesa sobre Morena para que el contacto con el poder político no lo aleje de los principios, la honestidad, la ética y la congruencia.

Para nadie es un secreto que más allá de su extraordinaria militancia hay actores externos que miran a Morena como un simple espacio pragmático de repartición de pedazos del poder y no dudarían tomar su control aunque eso significara esterilizar la naturaleza transformadora del proyecto por el que la ciudadanía votó.

También por eso es importante la unidad. También por eso es importante la colaboración entre Yeidckol, Bertha y Héctor y los órganos que encabezan, porque ellos saben para qué y por qué se construyó Morena y saben también el tamaño de la exigencia ciudadana hacia el movimiento.

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