Si reuniéramos a diez mil personas de diversas procedencias en un estadio deportivo para conocer su pensamiento, y entre otras preguntas les hiciéramos esta: “¿Quién ha sido el líder más importante de toda la historia de la humanidad?”, las respuestas serían muy semejantes. La lista no pasaría de unos doscientos nombres.

Las conclusiones arrojarían un retrato de lo que somos. En primer lugar, definiría que hemos vivido en sociedades patriarcales desde hace milenios. Según varios historiadores, las figuras que han encabezado los movimientos sociales trascendentes son: Julio César, Napoleón, Mahatma Gandhi, Abraham Lincoln, Alejandro el Grande, Simón Bolívar, Adolf Hitler, Vladimir Lenin, Karl Marx, George Washington, Mao Zedong, Winston Churchill, Che Guevara, Juan Pablo II y Margaret Thatcher. Cada quien podrá añadir otros nombres de alcance mundial, figuras religiosas y sus líderes locales, los que cambiaron la historia de su país. Sin embargo, muy pocos líderes han influido con sus ideas a otros líderes que se encuentran a miles de kilómetros, cambiando así la historia de países lejanos al suyo.

De esta lista, no todos acumularon riquezas, varios fueron perseguidos, algunos murieron sin conocer la extensión de su influencia. No todos han salido avante del juicio popular.

En el mundo, en este momento hay 7700 millones de habitantes. Hace 2000 años, en tiempos de Cristo, había alrededor de 170 millones. De estas apabullantes cifras, nos queda un grupo que cabe en un teatro pequeño.

En el momento en que vivimos, los líderes mundiales más relevantes son, entre otros, Bill Gates, emprendedor y filántropo; Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda; Satia Nadella, CEO de Microsoft e impulsor de la nube Azure; Greta Thunberg, activista sueca; Alexandra Ocasio-Cortez, congresista de Estados Unidos; hay quien menciona también al príncipe Harry, conde de Sussex, quien se muestra preocupado por las enfermedades mentales.

El concepto de liderazgo ha ido cambiando con el tiempo. Hoy hablamos del conjunto de habilidades que una persona tiene para dirigir un grupo de trabajo, con el fin de lograr metas y objetivos. La neurociencia aporta datos e información valiosa para enriquecer los conocimientos derivados de la psicología útiles para formar líderes en los negocios. El liderazgo se fomenta para ganar más dinero.

Algunos líderes fortalecen sus ideas con la lectura. Nelson Mandela, líder de la Resistencia contra el Apartheid en Sudáfrica, estuvo en prisión 27 años. En sus libros y entrevistas, declaró que el poema “Invictus”, de William Ernest Henley (Inglaterra, 1849-1903) le ayudó a mantener a flote su dignidad: “Desde la noche que sobre mí se cierne, / negra como su insondable abismo, / agradezco a los dioses si existen / por mi alma invicta. // Más allá de este lugar de lágrimas e ira / yacen los horrores de la sombra, / pero la amenaza de los años / me encuentra, y me encontrará, sin miedo. // No importa cuán estrecho sea el camino, / cuán cargada de castigo la sentencia. / Soy el amo de mi destino, / soy el capitán de mi alma”.

La era digital ha tenido sus propios líderes. Nuria Labari, columnista del periódico El País, publicó esta declaración el 27 de noviembre de 2020: “Que nadie se extrañe el día en que los individuos lleguen a tener un valor cotizable en Bolsa asignado al nacer”. Labari analiza la influencia de quienes tienen el poder de conocer nuestros datos más íntimos: cartas, pruebas clínicas, estados financieros, geolocalización, fotografías, videos familiares, compras, conversaciones, gustos, nombres de amigos, pertenencia a grupos. La mayoría de la población no distingue el rostro ni conoce el nombre de los líderes de las poderosas empresas digitales. Dice Labari: “Nadie ha votado a los cuatro hombres que dominan el mundo a través del control y la expropiación de nuestra vida digital que es hoy, gracias a la covid, casi toda nuestra vida”.

Ellos son: Jeff Bezos (Amazon), Mark Zuckerberg (Facebook), Sundar Pichai (Google) y Jack Dorsey (Twitter). Ninguno ha tenido un cargo público derivado del voto democrático. No son escritores de libros de autoayuda ni conducen programas de televisión. Pero están inventando su propio dinero, que será de uso internacional. No necesitan de discursos incendiarios para tener a las masas en su bolsillo.

Podrían hacer un reporte detallado de los lugares donde usted estuvo la semana pasada, cuánto pagó en víveres, qué medicamentos toma y qué películas vio a través de qué plataforma.

A mí, su poder omnímodo me causa escalofríos.

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