La inteligencia, esa capacidad humana de pensar, de comprender el mundo; esa facultad de aprender, de razonar y tomar decisiones, es factor fundamental a desarrollar en nuestro capital humano hoy día para garantizar nuestra supervivencia.

Charles Darwin dijo en su teoría evolucionista que las especies que estaban destinadas a sobrevivir, eran aquellas que tenían capacidad de adaptarse al entorno. ¿Qué tanta capacidad de adaptación, desarrollo y mejora de su entorno tiene usted?

La inteligencia es, primero, un asunto de percepción. Destacan en la historia dos grandes estudios para medir la inteligencia humana; uno dirigido por científicos alemanes quienes concluyeron que los blancos caucásicos eran más inteligentes que las demás razas, luego el norteamericano que concluyó que los blancos anglosajones eran más inteligentes que la gente de raza negra; luego los estudios que decían que los varones eran más listos que las mujeres.

Destaca un experimento que se hizo en un salón de clases, en donde una maestra (Jane Elliot) comentó a sus alumnos de primaria que “según los estudios”, los niños de ojos azules eran más inteligentes que los de ojos cafés; luego notó una mejora en el desempeño, atención, trabajo colaborativo e individual en dichos niños de ojos de color; en contraste, los niños de ojos cafés tuvieron un desempeño de malo a mediocre. Luego les dijo al mismo grupo que no, “que se había equivocado; que los estudios decían que eran los de ojos cafés los más inteligentes”. Y el comportamiento de los menores fue a la inversa; los niños de ojos cafés comenzaron a destacar, no sólo en sus estudios sino en la autovaloración y el trato hacia los demás.

La inteligencia es un asunto de autoestima, de autoconcepto, de autovaloración. Si usted le repite a su hijo que es inteligente, terminará por creérselo, por demostrarlo, por explorarse a sí mismo; y todo ¿con base en qué? En una motivación intrínseca. Y viceversa.

Me provoca mucho malestar ver cómo muchos padres menosprecian a sus hijos, los critican, los descalifican. Eso es terriblemente dañino, porque creamos seres derrotados y convencidos de su propia discapacidad intelectual.

Hoy sabemos que la inteligencia depende de dos hemisferios cerebrales; una es racional y otra emocional. La inteligencia emocional es la base de todo y surge de lo afectivo. En experimentos con monos bebés, se ha demostrado que los primates que han tenido contacto físico y cariño materno son más adaptables, menos enfermizos y desarrollan mayor inteligencia versus los que, como parte del experimento, fueron criados fuera del seno materno y sin contacto humano.

Para desarrollar su inteligencia y la de los suyos, unos breves consejos:

1.—Mantenga una estima sana y un concepto elevado de sí mismo; lo que cree de usted mismo terminará por creerlo y eso creará su realidad.

2.—Hágase de relaciones personales afectivas. La gente que se siente querida y con capacidad de querer, desarrolla más confianza en sí misma; principio de toda inteligencia.

3.—Mantenga una actitud positiva ante la vida; eso le permitirá que sus 5 sentidos (canales de percepción de la realidad) tengan mayor capacidad de atención, percepción y comprensión.

4.—Trate de comprender lo que sucede a su alrededor; si algo no entiende, investigue o pregunte. Siempre se aprende algo nuevo y eso nos genera mayor capacidad de razonamiento.

5.—Evite información que le provoque estrés, que lo confunda, que lo atemorice o le haga dudar de sí mismo. Somos lo que consumimos, incluyendo la información que entra a nuestro cerebro.

6.—Procure momentos de relajación, placer y silencio. Ésta es la fuente de la creatividad y desarrollo de la intuición, propios del hemisferio derecho.

7.—Tenga claro y conscientes cuáles son sus gustos, pasiones y afinidades. A partir de su encuentro desarrollará sus habilidades intelectuales especializadas. Howard Gardner describió 8 tipos de inteligencias basadas en la práctica constante de lo que más gusta a la persona.

Como ve, ser inteligente comienza por un principio de fe y autoestima, afecto y actitud. Pero es una cualidad fundamental para no sobrevivir, sino para desarrollar una verdadera calidad de vida.

Doctor en administración,especializado en docenciay alta dirección educativa

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