Divide y vencerás, fue el lema y estrategia con que Julio César, Napoleón y muchos políticos, entre ellos nuestro presidente, se hicieron del poder, sometieron a sus opositores, y perduraron en el gobierno (esperamos que esto no suceda aquí).

La división como herramienta política, no sólo busca matar toda vida comunitaria sino impedir que pueda surgir alternativas o resurgir vestigios, como la táctica militar de tierra quemada. Su propósito puede ser desmembrar a los grupos, sectores o instituciones a través de crear y administrar la desconfianza, el miedo, los conflictos, las disputas; o, a través de cooptarlas, infiltrarlas, secuestrarlas y apropiárselas.

Para los que, “el fin justifica los medios”, no existen parámetros morales que rijan al gobierno; el pragmatismo y el relativismo son el ancho de banda en que se mueven. La mentira, como la verdad, si es útil, es buena, sin importar si se contradicen con lo dicho antes o después.

El sueño de la 4T es volver al pasado populista, estatista y nacionalista al estilo de Luis Echeverría o José López Portillo, para proyectarlo. El peligro de este volver a este lamentable pasado sería postergar el futuro de varias generaciones, como sucedió con la nuestra.

El antídoto contra los excesos de los autócratas radica en la unión de los dispersos. Y esta sólo puede realizarse si se tiene como principal interés la vivencia de principios y valores comunes, así como la búsqueda de bienes que trasciendan los personales y grupales (bien común).

Esto es: el diálogo, el encuentro, la aceptación y el trabajo solidario de los diversos actores.

Lamentablemente algunos organismos se encuentran atomizados al tenor de sus propias contradicciones, vicios, intereses egoístas o indiferencia con el destino del país. Y muy pocos de estos actores pueden articular iniciativas o propuestas capaces de re-unir a otros sectores y a la sociedad en torno de un proyecto creíble.

La esperanza de transformación hoy viene de los liderazgos sociales, de las ONG’s. Últimamente han surgido diversos movimientos. El más reciente “Misión Rescate México”, que hoy reúne a cerca de 100 agrupaciones de diverso signo político, económico y social, y que afirma buscar “aportar ideas que permitan construir un mejor camino que lleve a México a lograr un verdadero bien común”. En su primera manifestación pública a muchos nos dio gusto ver a jóvenes —no a los viejos políticos— asumir la responsabilidad de liderar el futuro nacional.

“Estamos aquí, dicen, para rescatar a México de quienes no quieren hacer el trabajo que les fue encomendado por los ciudadanos y que están condenando a la miseria a gran parte de la población, para lo cual no existe ningún argumento válido. Se busca evitar que se vulnere a nuestra Nación —sostienen—, a través de establecer un diálogo abierto entre ciudadanos y servidores públicos que propicie la unidad, el consenso y el bien común.”

Se han multiplicado las propuestas ante una crisis que había empezado mucho antes de la pandemia que hoy padecemos, son iniciativas que provienen de distintos ámbitos y diversos sectores y que, hasta ahora, han enfrentado a un gobierno que no escucha y que sólo divide.

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