Durante las últimas semanas han ocurrido sucesos muy trágicos y violentos en nuestro país que nos han conmovido y aterrado a todos los mexicanos. En pocos días vimos cómo grupos armados tomaron la ciudad de San Cristóbal de las Casas, cómo una turba deshumanizada linchó y calcinó a un joven abogado en Puebla, cómo un par de sacerdotes jesuitas fueron asesinados en su intento por salvar la vida de una persona y cómo han ocurrido feminicidios en todo el país.

Sin embargo, a pesar que el estado de alarma nacional no puede ser mayor, el gobierno federal sigue sin tener voluntad para hacer algo al respecto. Numerosos liderazgos, grupos y colectivos nos hemos expresado para pedirle al presidente de la República que modifique con urgencia su estrategia de seguridad y su respuesta ha sido una tajante negativa.

Incluso se ha atrevido a decir que los curas de nuestro país están “apergollados por la oligarquía”.

El gobierno federal vive una paranoia absoluta. Mira enemigos en todos quienes reclaman mejores condiciones de vida, como si exigir seguridad o la tranquilidad de volver sanos y salvos a nuestras casas fuera un asunto de partidos y no un derecho que el Estado Mexicano está obligado a garantizar para todos los habitantes del territorio nacional. Se olvida que los reclamos están fundados en la incapacidad de este gobierno para garantizar la más indispensable de las tareas de cualquier Estado.

Si alguna vez hubo estrategia en materia de seguridad, es evidente que su implementación tuvo resultados desastrosos.

Pero no puede llamarse estrategia a la repetición interminable de esa frase fácil y vacía que es “abrazos, no balazos”; ordenar a nuestras Fuerzas Armadas la retirada y permanecer con brazos caídos no es estrategia. El presidente también impuso su idea de que concentrar todos los recursos y facultades en materia de seguridad en manos de una Guardia Nacional sería la solución, propuesta que tampoco funcionó.

Por el contrario, ahí radica un gran parte del problema de persecución del delito: ¿por qué hay comunidades en donde no hay ni un solo policía municipal? Porque no hay recursos. ¿Por qué suceden asesinatos y masacres todos los días?

Porque no se persigue y no se sanciona a los delincuentes. No hay policías investigadoras, las fiscalías están rebasadas y no hay ministerios públicos fuertes, porque la seguridad y justicia están en el completo abandono presupuestario y estructural.

La pregunta es ¿Qué tiene qué pasar? ¿Qué tiene que pasar para que el gobierno federal haga el urgente golpe de timón en materia de seguridad? ¿Hasta cuándo van a permitir que sigan matando a las y los mexicanos?  Como diputado federal por Querétaro me sumaré a la exigencia del PAN para que el Presidente comparezca ante el Congreso de la Unión para explicar el desastre en materia de seguridad en el que está hundido nuestro país.

Es urgente devolver los recursos y las facultades a las corporaciones de seguridad locales y municipales para revirar el problema. No podemos esperar que haya una sola víctima más. No necesitamos otro hogar enlutado, ni otra familia destrozada por la tristeza de no volver a ver a sus seres queridos. México ya no aguanta más y eso lo sabemos todos los mexicanos: usted, ¿hasta cuando, Presidente?

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