UNAM Juriquilla

El agua es un recurso no renovable. El planeta Tierra contiene la misma cantidad desde hace millones de años, por lo tanto estamos reusando el recurso, pero con el aumento de la población la demanda se ha incrementado para satisfacer todas nuestras necesidades. De igual manera, la contaminación ha hecho disminuir su disponibilidad.

Por otro lado, la energía es necesaria para sostener nuestro nivel de vida. Se necesita para extraer, tratar y distribuir el agua potable así como tratar las residuales. También es necesaria para extraer energía primaria, refinar petróleo y generar electricidad.

La producción de energía tiene un alto impacto en la calidad del agua y su distribución. Están completamente asociadas y en consecuencia se tienen que abordar conjuntamente. Esto es lo que se conoce como el nexo agua-energía y que cada vez está siendo más discutido en foros internacionales.

El sector energético puede ser el mayor consumidor de agua entre los sectores industriales. Por ello, es muy importante que la planeación de nuestras ciudades y comunidades lo tomen en cuenta.

Para ilustrar mejor este punto, podemos citar algunos ejemplos: 1) 18% de la energía eléctrica puede ser utilizada en áreas urbanas para tratar y transportar el agua así como las residuales; 2) Para tratar el agua potable se requiere energía. A medida que el agua está más contaminada se requerirá más energía para poder cumplir la norma; 3) La generación hidroeléctrica depende del agua. Las presas sirven como un enorme sedimentador que acumula los sólidos y algunos nutrientes que llevan los ríos. Evidentemente, la descarga afectará de manera importante el entorno; 4) La exploración y operación de los yacimientos petrolíferos requiere, y por lo tanto genera, enormes cantidades de agua. La industria petrolera además genera líquido con muy alta contaminación.

Es evidente que debe existir un balance entre la disponibilidad y la demanda de recursos hídricos. Por ello, como sociedad debemos estar conscientes de este nexo. Una de las cuestiones fundamentales que podemos preguntarnos tiene que ver con su valor. ¿Cuánto cuesta el agua? Esta es una pregunta difícil de responder, pues cotidianamente asociamos el valor con el costo.

El costo de aplicación de una tecnología puede ser similar aquí y en China, pero no el valor del agua. Supongamos que tenemos una cantidad fija de líquido para gastar durante un mes. Primero apartaríamos suficiente para sobrevivir. Después, para la higiene personal, luego lavar la ropa, los platos y limpiar la casa. Lo menos prioritario sería limpiar la banqueta o lavar el coche. Si la cantidad de agua que tenemos disponible disminuye, la distribución anterior seguramente cambiaría y eliminaríamos algunos usos. Así, el valor marginal del agua es muy bajo si ésta no es para sobrevivir. Esta puede ser la razón por la cual no deseamos pagar el costo ya que asumimos que existe una gran cantidad de agua.

Sin embargo, el valor del agua es bajo solo cuando ésta es abundante. En nuestro país, la cantidad de agua por habitante por año promedio nos clasifica como una zona semi-árida. Pero esto es engañoso, pues el dato resulta de promediar una muy alta disponibilidad en el sureste (donde hay relativamente poca población y poca industria) con el centro y norte del país, donde el agua escasea (y donde está la mayor parte de la población e industria).

Es decir donde hay mayor demanda hay menos agua. Por lo tanto para nuestro país el valor es muy elevado. Esto parece difícil de asimilar, pero si todos como sociedad estamos conscientes de su importancia podemos asegurar y exigir un mejor uso de la misma.

*Unidad Académica Juriquilla, Instituto de Ingeniería, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); Campus Juriquilla.

Twitter: @UNAM_Juriquilla

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