La vida salvaje supone riesgos constantes, y la posibilidad de supervivencia depende tanto de la carga genética como del entorno. Así, los humanos tenemos tres típicas respuestas ante el peligro: congelarse, correr o pelear.

¿Habríamos sobrevivido como especie si estuviéramos anclados a la tierra, como las plantas? Un estudio publicado este mes en la revista internacional Fisiología Vegetal, revela una de las formas en cómo algunas plantas logran sobrevivir al ataque de insectos.

El secreto está en el reloj biológico, también conocido como ciclo circadiano, con el cual las plantas anticipan cambios ambientales y activan mecanismos de defensa cuando es preciso. Esta capacidad es importante, pues permite activar algunos genes y producir determinados compuestos sólo cuando éstos son necesarios.

La capacidad de diferenciar la luz de la oscuridad (fotoperiodo), resulta en la sincronización entre plantas e insectos. Así que, durante el día —que es cuando los insectos comen—, se dispara el mecanismo de defensa de las plantas, produciendo compuestos como glucosinolatos, que son repelentes de orugas y áfidos. El mecanismo es exitoso mientras ambos seres se encuentren en las mismas condiciones, pues si la planta altera su ciclo, ésta se convierte en ensalada.

Los humanos también tenemos un reloj interno que se desajusta por alterar los periodos de oscuridad y descanso. En empleados que rolan turnos, se reduce la capacidad de procesar la glucosa, provocando diabetes a largo plazo. En pilotos de avión, se alteran los tiempos luz-oscuridad, desencadenando problemas de obesidad y depresión.

Existen varios grupos de investigación que están estudiando el reloj biológico en el sector laboral, explorando las consecuencias desde el nivel molecular hasta el psicológico; mientras algunos investigadores alertan del decremento en la calidad de vida de las personas, otros desarrollan tratamientos para que la productividad no disminuya. ¿Qué tipo de investigación apoyarías?

El humano es un ser social, y como tal se desenvuelve, sin embargo, no hay que olvidar el componente biológico, que al igual que en plantas e insectos, es innegable. Siempre nos quedarán tres opciones: congelarse, correr o pelear.

* M. en C. Christopher Alexis Cedillo Jiménez
Director de MotusLab para divulgación 
de arte, ciencia y tecnología 
Coordinador general de Movimiento por la Ciencia Querétaro  
Estudiante de Doctorado en la Facultad de Ingeniería UAQ.
Redes sociales: @chrisantics @colectivomotus 
Tel.: 4421799931

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