En 1803 se inició la plantación de árboles en la Alameda. Los regidores Juan Fernando Domínguez y Juan García Rebollo fueron quienes realizaron la primera plantación. Se trató de fresnos principalmente, además de sauces y zapotes blancos, en total se dispusieron mil 391 árboles, la inauguración ocurrió un año después. En 1907 ya se contaba con 4 mil 688 árboles, que incluían mayor variedad de especies, agregándose truenos, sauces, aguacates, cedros, nogales y sabinos, entre otros, así lo relata don Valentín F. Frías en sus conferencias sobre historia de Querétaro.

Este tema adquiere nuevamente importancia a consecuencia de las medidas que ha tomado recientemente el municipio de Querétaro, que ha decidido retirar a los vendedores ambulantes que allí se encontraban, sobre todo en el frente de la Avenida Zaragoza.

A inicios del siglo XIX, nuestra ciudad capital cubría una superficie de aproximadamente 1 km2, la Alameda se vino a extender en la orilla sur de la ciudad en una superficie cuadrada de nueve hectáreas, del orden de 300 m por lado, representando casi un 10% de la mancha urbana de aquel entonces.

En abril de 1867, se utilizaron a los árboles de la Alameda durante el sitio de Querétaro, el follaje sirvió de forraje a las caballerías imperialistas y los troncos como combustible a las soldaderas.

Este espacio es indispensable por los múltiples servicios ambientales y sociales que presta dentro del ambiente urbano: generación de oxígeno, disminución de los niveles de contaminantes en el aire, disminución de los efectos de las llamadas “islas de calor”, el amortiguamiento de los niveles de ruido, además de representar un sitio de refugio, protección y alimentación de fauna silvestre, entre otros beneficios también importantes. Es un sitio que debe servir para el paseo y disfrute de toda la población, en condiciones de salud y seguridad plena.

Las áreas verdes en zonas urbanas permiten hacer del ambiente urbano un lugar más placentero para vivir, trabajar o disfrutar, mejoran el microclima, refrescan el ambiente y disminuyen el efecto de radiación solar, reduciéndola hasta en un 90%, controlando así la temperatura.

Como podemos ver, ahora debemos referirnos a toda la Zona Metropolitana de Querétaro (ZMQ) que cubre una superficie impresionantemente mayor que la de la capital en el siglo XIX, el crecimiento de la población y de la mancha urbana ha reunido a cuatro municipios y las afectaciones ambientales y sociales son de gran impacto.

A muchos de nosotros nos tocó en la niñez disfrutar ampliamente de la Alameda Hidalgo. Se paseaba con la familia, se disfrutaba andar en bicicleta o en triciclo los más pequeños, no se tenían rejas, existía seguridad y los vendedoras ambulantes se tenían en pequeño número, se dedicaban a la venta de globos y golosinas, existía seguridad y el tráfico vehicular era escaso en las calles colindantes, esto sucedía hace medio siglo.

Se construyeron rejas perimetrales y columnas de cantera, cuenta con dos puertas monumentales en sus lados de Zaragoza y Constituyentes, en concordancia con el proyecto original y actualmente el acceso es por Zaragoza.

Casi al final del siglo XX, hace cerca de 20 años, se fueron colocando en todo el frente Zaragoza de la Alameda una gran cantidad de puestos de venta; de manera creciente, todo esto implicó que fuera ya escasa la asistencia a este sitio tan bello y relevante para nuestra ciudad capital, perdió atractivo para el esparcimiento de la población en general, se generó temor.

Ahora, el reto del ordenamiento en la Alameda debe asegurar oportunidades de trabajo para quienes legalmente se encontraban realizando su actividad comercial. Asimismo, deberán establecerse las medidas que devuelvan a la colectividad el disfrute pleno de este lugar, por todos los beneficios que implica.

Ex rector de la UAQ. zepeda@uaq.mx

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