Luchó a muerte contra el imperialismo y mató en nombre de la revolución, “Patria o muerte”. Ejemplo heroico y equivocado, dicen unos. Humanista asesino, dicen algunos críticos. Ideal de lo que puede llegar a ser un hombre, dicen otros. La dura verdad es que fracasaron sus ideas y sus acciones. ¿No hay lucha más grande que las luchas perdidas de antemano?

No prendió el foco guerrillero, no creció la emulación humanista en vez de la feroz competencia económica capitalista, fueron masacrados los dos-tres Vietnams latinoamericanos, la revolución mundial y la solidaridad internacional no sucedieron, y el hombre nuevo sigue siendo el hombre viejo de siglos y milenios.

Sus grandes fines idealistas y utópicos no encontraron los medios críticos perdurables. Siguiendo su ejemplo y sus ideas revolucionarias se perdieron valiosas vidas jóvenes en gloriosos sacrificios inútiles, tiempo histórico perdido. Quienes hoy celebran su nombre no piensan tomar las armas; celebran la palabra revolución sin llevarla a la práctica.

El Che es un mito fuera de la historia, como todos los mitos. Un ideal de justicia. Símbolo de libertad y rebeldía. Glamour ideológico. Souvenir comercial y turístico. Negocio publicitario. Leyenda revolucionaria sin consecuencias. A 50 años de su muerte, ¿qué queda de Ernesto Che Guevara de la Serna (1928-1967)?

El ideal de los principios y la grandeza del fracaso; el temple revolucionario. “La disidencia intelectual no excluye ni el respeto ni la admiración”, Octavio Paz, Posdata. Como tampoco la admiración impide la mirada crítica política e histórica.

En esta gran región donde la ambigüedad política y la indefinición, el oportunismo y el conformismo, la demagogia y la doble moral, la mala retórica y la mentira, pululan como los gusanos... Ernesto Che Guevara es “la absoluta coherencia entre el decir y el hacer / palabra-acción / nunca dicha la voz-sin-acto”, Enrique Ruiz García. Equivocaciones y diferencias aparte.

Su concepción del cambio revolucionario falló porque fue insuficiente su concepción de la realidad humana y social en la tierra. Quiso cambiar el mundo como Cristo quiso salvarlo; no pudo cambiarlo pero no quiso comérselo a su antojo.

Qué desmesura revolucionaria, qué gran locura humana. Y si hoy naciera el hombre nuevo, ¿qué hacemos con el hombre viejo? ¿Los matamos a todos?

Capturado el domingo 8 de octubre en la Quebrada de Yuro, en La Higuera, Bolivia, herido, enfermo, exhausto, diezmado el foco guerrillero, es asesinado el lunes 9 de octubre de 1967 a las 13:10 horas.

—“Al darle muerte / le dieron / la vida perdurable”, José Emilio Pacheco, No me preguntes cómo pasa el tiempo. Úsalo. Amén.

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