Un niño con problemas de ansiedad, estrés, discapacidad mental o motriz, puede mejorar sus ejercicios de rehabilitación acompañado de perros de terapia. La asociación civil queretana Dejando huella educando, trabaja desde hace 15 años con perros y gatos que agilizan las actividades de los pequeños.

Jenny Aragón, profesora y fundadora del proyecto, asegura que el hecho de que los niños tengan un buen estado de ánimo durante sus terapias es fundamental para lograr un mejor progreso, aunque aclara, “Los animales no curan por arte de magia ni garantizan la desaparición de la enfermedad, pero sí es muy probable que los niños reaccionen positivamente a ellos y le echen más ganas a sus actividades”.

Rehabilitación, terapia para niños con animales
Rehabilitación, terapia para niños con animales

Jenny inició con Dejando huella educando hace 15 años, era profesora y se encontró con varios obstáculos para hablar con los niños de resiliencia o tanatología, por lo que decidió dejar la docencia para adentrarse en el mundo del adiestramiento canino y fusionar ambas disciplinas. “Primero fui profesora de escuela, yo quería tocar temas de resiliencia y tanatología con mis niños y no me lo permitieron, uno de ellos tuvo la pérdida de su abuelito con el que vivía y para mí era muy importante ayudar a ese pequeño, pero no me lo permitieron, entonces comencé a estudiar para ser adiestradora, porque además siempre me han gustado los animales y cuando descubrí que podía juntar la docencia con lo de los animales, comprendí que eso era lo mío, y ya cumplí 15 años haciendo intervenciones con animales”.

Antes de iniciar cualquier ejercicio de terapia asistida con animales, explica Jenny Aragón, es fundamental aclarar con la familia que la función de los perros y gatos es motivar a la persona para que realice sus terapias, pues los animales no pueden curar la enfermedad por arte de magia.

“Hay muchos mitos alrededor de estas actividades, porque la gente cree que los animales curan, y nosotros tenemos que hablar con los futuros pacientes o familiares de los pacientes, saber qué es lo que quieren trabajar y dejar en claro que es posible que haya mejoras, pero que el animal no cura.

“Y esto es muy común, he tratado con papás que tienen niños con autismo y que creen que se va a curar el autismo cuando eso es algo que no se cura, y como ética yo se los digo, que es algo con lo que el niño debe aprender a vivir, aunque sí puede haber mejoras, dependiendo del tipo de autismo, siempre me aseguro de aterrizar este tema, porque no se vale jugar con los sentimientos de las personas; si sabiendo lo anterior los papás dicen que sí, entonces adaptamos los ejercicios con las habilidades de nuestros perros y gatos”.

“La diferencia de trabajar con o sin perros de terapia en cuanto a objetivos es idéntico, lo que los diferencia es la parte volitiva, la parte de la voluntad, los niños que tienen enfermedades congénitas, casi todos van de una terapia a otra, es una etapa muy desgastante a nivel familiar, económico, por mencionar algunos rubros. Un chiquito que tiene que usar prótesis y tiene que hacer tantas vueltas, lo común es que esté cansado y que ya no quiera hacerlo, porque está fastidiado, pero si tú le dices: ‘Vamos a pasear al perro’, ni se acuerda qué le duele. Una de las cosas que hacemos es no usar la palabra ‘trabajo’ o ‘terapia’, siempre decimos ‘vamos a jugar’”.

¿Qué animales se utilizan?

El carácter de los perros y los gatos es fundamental para poder apoyar en las terapias; en el caso de los perros, deben tener un alto grado de apego humano, es decir, que les gusten las caricias, los abrazos, el contacto con cualquier persona, no sólo con sus dueños. Pueden comenzar a prepararse a cualquier edad sin importar a qué raza pertenezcan; por otro lado, los felinos deben entrenarse desde las primeras semanas, para que sean dóciles y cariñosos con las personas con las que tendrán que trabajar durante la terapia.

Parisita es una de las perritas de terapia más antigua en Dejando huella educando, tiene nueve años de edad y a diferencia de los otros perros chihuahua, ella tiene un carácter dócil y amoroso. Una de las características físicas de Parisita es la verruga que tiene junto a la nariz. En una ocasión, Jenny y Parisita trabajaron con un niño que tenía debilidad visual y que debía hacer viscos para fortalecer sus músculos oculares, entonces pintaron de varios colores la verruga de Parisita y le colocaron una verruga al pequeñito que estaba en terapia y de esa forma el niño realizó los bizcos necesarios, sin darse cuenta de que estaba ejercitando sus ojos.

Esa es una de las experiencias que han marcado la vida de Jenny Aragón desde hace 15 años, aunque dice, anécdotas como esa, hay miles. “Entre las experiencias que me marcaron fue trabajar en un asilo de ancianos en la Ciudad de México, nuestros perros no comen nada que no sea croquetas, más que los premios que le damos nosotros, pero llegamos el domingo al asilo y los abuelos les guardaban de su comida a los perritos, con eso dimensionamos lo importante que era la visita de los perros y los gatos para alguien que no tenía familia, que esperaba con mucha emoción la visita del perro, porque el animal los acepta y los ama, sean como sean los abuelos”.

Jenny Aragón y su equipo de voluntarios trabajan en instituciones como el albergue del DIF Carmelita Ballesteros, o la Casa Hogar María Goretti, donde practican sicoterapia asistida con animales, terapia del lenguaje, entre otros programas para mejorar la vida diaria de los pacientes. Los interesados en tener este tipo de asistencia pueden comunicarse al numero 442 3372 259 o pedir informes a través de la página de Facebook Educando adiestramiento canino.

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