Desde temprano, Marisol despertó a sus tres hijos, calentó agua para el baño y preparó el desayuno. A mediodía, atendió la operación de rescate de las víctimas de una volcadura y arropó a un bebé superviviente. Por la tarde, sofocó el fuego en un cerro. En la madrugada, poco antes de concluir su guardia de 24 horas, apoyó a sus colegas a extinguir un incendio originado en un negocio que mantenía bajo tierra una toma clandestina de gas.

Este fue un día –particularmente agitado– en la vida de Marisol Bolaños, treintañera que combina sus obligaciones como madre soltera con su labor dentro del Cuerpo de Bomberos de San Juan del Río, Querétaro.

Ella es una de las siete mujeres que, junto con 44 varones, forman parte de un organismo de servicio voluntario que desde hace 49 años apoya a dicho municipio, acudiendo institucionalmente a un promedio de 860 urgencias por año.

“Lo que hago no lo veo como un trabajo, sino como parte de mi vida” expresa Marisol, al tiempo que asegura estar orgullosa de pertenecer a un agrupamiento con medio siglo de historia.

Sin embargo, cuando el fotógrafo de EL UNIVERSAL Querétaro le pide vestirse con su traje de campaña, ella dice sentirse “muy apenada” por no poder lucir un equipo en buen estado.

Usado y de talla grande

La verdad es que nunca hemos estrenado un traje, los que tenemos son usados y de tallas grandes, son de los que nos donan de Estados Unidos, lamenta la rescatista y quien al igual que sus compañeros se atavía con un desgastado chaquetón en cuya espalda destaca la leyenda “Chicago Fire Dept”.

“Cuando me tocó cargar en brazos a un bebé accidentado, subieron una foto mía a Facebook, alguien comentó que cómo era posible que los bomberos de San Juan usáramos los uniformes que tiran los compañeros de Chicago. Pero ¿qué podemos hacer? Las autoridades no nos dan apoyo, y lo peor es que los trajes ya están muy desgastados y con parches”, abunda.

Pero no solamente las casacas de estos bomberos lucen un franco deterioro, también los tanques de oxígeno, mascarillas, linternas y otros artilugios para atender urgencias están en el límite de su vida útil; también proceden del mercado de desechos del país del norte.

Entre industrias y tomas clandestinas

Además de brindar servicio a un municipio que posee mil 300 grandes industrias y en el que se han detectado durante los últimos 15 meses un total de 29 tomas clandestinas, sobre los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex), los bomberos sanjuanenes han brindado apoyo en emergencias a las regiones vecinas como Amealco, Tequisquiapan, Cadereyta y la capital del estado. Además frecuentemente atienden emergencias que se registran en las carreteras federales y estatales.

Con cinco décadas de trayectoria, este agrupamiento apoyó a la Ciudad de México durante el terremoto de 1985, y al Estado de México durante dos explosiones en San Juan Ixhuatepec (1984 y 1996).

Asimismo, asistió un a un incendio de la refinería de Tula, Hidalgo, ocurrido en 1993; además de un estallido de pirotecnia que se registró en 1997, en Celaya, Guanajuato.

El miedo nunca se vence

“Mientras Dios me preste vida, seguiré en los Bomberos” asegura Marisol, con 34 años de edad y tres de experiencia en el oficio. Los dos primeros actuó en calidad de voluntaria, desde el último año ya recibe un salario mensual que apenas alcanza los seis mil pesos.

“No es fácil la vida para nadie, no lo es para la mayoría de nosotros. Una que es madre soltera, menos. Mis tres hijos son mi vida: Luis, Montserrat y mi pequeño Víctor. A veces se me dificulta pero ahí la llevo, gracias a mi familia, que me apoya, de otro modo no podría hacerlo”, revela.

Al preguntarle cómo vence el miedo, la mujer comenta “nunca lo he vencido, el día que no tenga miedo creo que va a ser mi final, siempre está el temor, sale una al servicio sin saber a lo qué se va a enfrentar. Un día puede no ocurrir nada, pero al siguiente se puede pasar de un servicio a otro”, detalla.

“Gracias a la capacitación sabemos cómo enfrentar las situaciones pero el miedo nunca se vence”, agrega.

Hiperactiva desde niña

Rodeada de colegas varones, la madre bombera dice no sufrir ninguna discriminación de género. “Hasta nos protegen de más, ya sea por compañerismo o caballerosidad. Si está en manos de mis compañeros no arriesgarnos durante alguna situación grave, ellos van al frente”, informa.

Aclara que lo dicho anteriormente no implica que las mujeres no cumplan con la igualdad de género. “Desde que entramos a la academia, sabemos que no habrá distingos por sexo, estamos capacitadas para hacer lo mismo que ellos, creo que durante los servicios ellos ya van con esa confianza de que sí podemos”, afirma.

Para describir su personalidad, Bolaños comenta que tiene cierta fascinación por los deportes rudos. “Siempre me ha gustado entrenar, hacer deportes fuertes, y si algo me gustaría aprender es el boxeo, me encanta eso, a lo mejor en mi otra vida fui boxeadora o lo seré en la próxima”, explica.

“De niña fui muy hiperactiva, mi hermano el mayor me recuerda lo que decían mis padres ‘mírate, él es hombre y no da lata; pero en cambio tú, no paras’. La verdad es que siempre fui muy traviesa, saliendo de la escuela, con mis compañeritas, me iba al fútbol o a andar en la bicicleta, en la calle, haciendo cualquier tontería”, recuerda.

Educar hijos es “otra aventura”, acepta la joven madre. “Ahora que tuve a mi pequeño Víctor veo las cosas de un modo diferente que cuando tuve a los mayores. Ya sé cómo resolver situaciones que antes ni siquiera tomaba en cuenta, pero ahora ya más madurita, ahí la llevo; es difícil sí, pero si algo me está ayudando a madurar es el hecho de ser bombera. Como dicen en la capacitación: ‘aquí aprendes al calor de la lumbre’”, concluye.

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