“Las ciudades fueron construidas con esfuerzo, sangre y ansias de progreso, crecen a partir del despojo, la devastación de lo natural y se convierten en una herida del planeta, en una dolorosa cicatriz”, esta es una de las reflexiones que se planteó el artista uruguayo Walter Cruz para crear Geopoética, serie de pinturas en gran formato, esculturas hechas con madera y láminas oxidadas rescatadas de los desechos, que le sirvieron para construir su propia urbe y presentarla en Galería Libertad, a partir del 20 de septiembre.

Geopoética aborda la melancolía, desolación, el color y forma, el bullicio pictórico, en sí todo lo poético que se ve en la ciudad, lo urbano, la arquitectura, el espacio construido y destruido.

Walter estudió en Argentina, vivió en Cuba y desde hace una década radica en México, ahora su casa está en tierras queretanas y abrió las puertas de su estudio a EL UNIVERSAL Querétaro, detuvo las pinceladas de la última pieza de su exposición, para responder algunas preguntas de Geopoética.

¿Defines en qué momento despierta tu interés por la geografía y los espacios urbanos?

No tengo perfectamente ubicado un momento por el cual me empecé a interesar por el espacio construido; yo, antes de llegar a México, vivía en Cuba y en cierto modo me interesaba mucho la gente en su vida cotidiana, la gente en la calle y todas esas cosas efervescentes que tiene la vida en la calle, en un país tropical, donde se vive más de las puertas para afuera que de las puertas para adentro, pero poquito a poco también me empezó a interesar la arquitectura y creo que de ahí traje sutilmente esa idea de escribir la vida humana a través de su construcción, creo que lo construimos es el reflejo de lo que somos y cómo va evolucionando nuestra sociedad, e indudablemente hay una visión que es común en América latina.

¿Qué es eso común que ves?

Hay otras sociedades que construyen de manera diferente, nosotros como latinoamericanos aprovechamos mucho todas las cosas, los pedacitos de madera, los pedacitos de lámina y con eso vamos tapando un hueco, parchando un techo y haciendo este tipo de arquitectura que es muy nuestra, de esa reflexión empezó a desarrollar todo este tema y creo que en esta última etapa se ha ampliado un poco mi curiosidad a tratar de reflexionar sobre preguntas un poco más extensas, utilizando estas mismas preferencias estéticas.

¿Y crees que es un tema que se le puede dar extensión?

Sí hay mucho por explorar, incluso creo que ahora puedo formular estas grandes preguntas a través de estos mismos materiales que he estado trabajando y estas preguntas son sobre la existencia, el sentido que tiene nuestra especie, esta preocupación sobre el futuro, si vamos a despegarnos del orden natural, qué conclusión vamos a sacar de este paso por el siglo XX, por ejemplo, que ha sido como muy poderoso, y nuestra manera de pensar cómo se va a proyectar en este nuevo siglo, todas estas cosas son las que se preguntan en esta exposición.

¿Qué pregunta detonó todo?

A nosotros como artistas nos toca estar preguntando, nuestro trabajo consiste en preguntar. La exposición está hecha con una serie de preguntas y justamente esas interrogantes van a estar ahí, la pregunta que detona todo es sobre el sentido que tiene todo lo que hemos hecho como humanidad: ¿Cuál tierra dejaremos para el futuro, podremos acariciar el viejo sueño de cambiar el mundo?, ¿saldremos a respirar a todo pulmón la belleza que conocimos?, ¿es un futuro posible o un paraíso perdido?

¿Con esta exposición concluyen todas tus dudas, tus preguntas fueron contestadas?

No, creo que surgieron más y espero que en los espectadores provoquen más preguntas.

La mayoría de tus piezas tienen incrustaciones de madera y otros materiales que recoges de los desechos, ahora en esta serie esos materiales se salieron del cuadro y son esculturas, tomaron su propio espacio, ¿por qué sacarlos del cuadro?

En principio fue un acto atrevido de mi parte, porque nunca me atreví y nunca me atrevería a decir que soy un escultor, pero siempre hubiera deseado serlo, me estoy convirtiendo en un escultor chapucero, un escultor de amarrar, meter clavos y alambres, y hacer este tipo de cosas que juegan con la precariedad y creo que eso viene un poco de mi historia personal y familiar, simplemente un día lo descubrí y dije ¿por qué no meterse a jugar con objetos tridimensionales? Y lo empecé a hacer, pensando en esta exposición me dije: voy a incorporar un elemento tridimensional, a ver cómo me sale. Ya había juntado un buen de cosas, para mí son como pequeños tesoros los pedacitos de madera que encuentro en la calle, alambres oxidados, pedazos de láminas.

¿A quién te recordaba?

Al final me hizo acordar un poco a mi padre, quizás, él amarraba una cosa que se rompía y siempre decía: no te preocupes, que es provisorio, luego lo voy a arreglar bien. Y 30 años después están las cosas con el mismo alambre atado, esa precariedad se convirtió en una cosa sólida y estable, hasta crear un objeto estético. Sigo en esa búsqueda, increíblemente nosotros vamos buscando para dentro y siempre vamos encontrando las cosas que aprendimos de niños, que son cosas que quizá sólo con el tiempo se van potenciando.

De Uruguay a México

Walter Cruz es un artista plástico nacido en 1969, en Salto, Uruguay.

Realizó estudios en Buenos Aires, Argentina y permaneció durante 10 años en Cuba trabajando como artista invitado por el ministerio de cultura y otras instituciones cubanas.

Geopoética es una serie de pinturas de grandes formatos con técnicas mixtas, esculturas, instalación y textos. La inauguración será el 20 de septiembre, a las 20:00 horas, en Galería Libertad. 

Google News

TEMAS RELACIONADOS