Después de 10 años de una intensa actividad de conciertos, tocando con distintas agrupaciones en México y el extranjero, ganando concursos, interpretando conciertos de música de cámara y recitales como solista, Vladimir Curiel hizo un alto en su vida para revaluar el por qué está en la música.
En entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro, el pianista habló de cómo vivió este proceso de cambio que lo llevó a dar un salto evolutivo como artista, pero sobre todo como ser humano; además platicó de su gira de presentaciones que en diciembre tendrá en Italia, y adelantó que entre sus planes del 2019 está programado un concierto con la OFEQ, por invitación del director titular Ludwig Carrasco.
Haciendo un recuento, ¿qué fue lo que te llevó a la música?
—El origen fue… digamos, amor a primera vista con la música, desde que descubrí el piano me encontré como pez en el agua, fue algo muy natural. A mis alumnos les pregunto: ¿cómo sabes que es para ti algo? Porque lo sientes y ya. Al principio nunca pensé que me iba a dedicar a la música, pero a los 14 años —que fue cuando entré al Conservatorio de Música, cuando llegué de la Ciudad de México a Querétaro—, empecé a tocar y de ahí hasta que me fui a estudiar a Italia, a los 19 años, para mí fue claro que siempre me iba a dedicar a la música, no pensé si iba a poder vivir de esto, soñaba a ojos abiertos que me veía tocando en salas de conciertos, y en 2007, cuando debuté con la Filarmónica de Querétaro, estaba dando las gracias al público y cuando levanté la cara y vi el teatro, viví ese recuerdo de adolescente. Las cosas se dan naturalmente, claro, trabajé muchísimo en Europa y Estados Unidos.
En esta evaluación de conciencia, en la que cuestionaste el por qué estás en la música, ¿cuál fue tu respuesta, por qué sigues haciendo música?
—Para mí la evolución de la música deriva de la evolución como ser humano, y yo no me sentía a gusto, no por cómo estuviera tocando, sino porque me di cuenta que en cierto modo lo hacía por inercia, ya no me llenaba de la misma manera, fueron prácticamente 10 años de carrera sin pausa; de concursos ganados, debut con orquestas importantes en el país y llegó un momento en que dije: ¡tengo que parar! Y en 2016 fue cuando me detuve y empecé a estudiar nuevo repertorio, compositores más a fondo como Bach, Mozart, música mexicana, y los conciertos para piano de orquesta, que fue lo que toqué sobre todo en esa década, los puse a descansar y a lo que me dediqué fue a reestudiar, y no fue casual que eligiera esa música, que es como la raíz, lo hice por necesidad de pulir mi odio, mente, corazón y mi manera de ver la música. Lo que hizo replantearme esto, es que me di cuenta que necesitaba hacer un salto de calidad, a un nivel más profesional y honesto, empecé a cuestionarme cuál era el camino que tenía que tomar en la música y en términos amigables: ser honesto. Todos los músicos usamos nuestro instrumento para validarnos, validar nuestra existencia, y yo creo que no va por ahí. Eso fue lo que me llevó a preguntarme: ¿por qué tengo que dar 20 conciertos al año? Cosa que en México es casi imposible, entonces empecé a escoger mis batallas más sabiamente y dije: voy a tocar lo que quiero tocar, lo que siento tocar en mi corazón, en mi mente, y cuando lo quiera hacer. Y llegó un momento en que me sentí muy en paz con el piano.
¿Qué implica ser honesto en la música?
—Me refiero a que el ego del artista no se entrometa y se beneficie del arte, nosotros somos servidores y estamos para servir a la música, para transmitir el mensaje, por eso somos intérpretes, entregamos el mensaje del compositor al público y, en la medida de lo posible, se debe dejar el ego fuera, para que la música sea la protagonista. En términos de conciencia pura conmigo mismo, me pregunté: ¿cuál es el motivo por el cual estoy haciendo lo que hago? ¿Para que me aplaudan?, ¿para ser famoso y ganar mucho dinero? Esas cosas son consecuencias derivadas del trabajo que uno hace, pero no es el motivo por el cual yo creo se deberían hacer estas cosas y mi conciencia no me dejaba ya tranquilo. El artista que busca ser notado y validado llega al sufrimiento, porque se está poniendo en manos de algo que es incalculable: la felicidad, y si no tienes conciertos entonces te deprimes; que le pasa a mucha gente, caen en un depresión porque todo el tiempo prostituyeron el arte al servicio de su propio beneficio, de su validez humana, y la única manera de validarte es reconocerte como ser humano. El dinero y la fama son una ilusión, y todos los artistas en un momento caemos en eso.
En este proceso, ¿no pensaste en dejar de tocar?
—Muchas veces, sobre todo cuando reconocí que no necesito el piano para ser feliz y vivir. Vladimir no es con el piano, Vladimir es con Vladimir, y el piano es una herramienta que uso para hacer música, hasta ahí. En este ámbito, los solistas somos muy egoístas, porque todo el tiempo usamos esto a nuestro beneficio.
Una de las cosas interesantes que viví el año pasado, es que de la Secretaría de Cultura de Querétaro me invitaron a un proyecto que se llamó “Redescubriendo la música clásica”, fue una serie de 10 u 11 conciertos en secundarias, y yo escogí las que estaban enmarcadas como zonas rojas, y uní la parte musical a la conciencia, traté de llevar a los chicos a través de un viaje de la música, pero a nivel espiritual y humano, y enseñarles cómo ésta nos afecta y condiciona nuestra personalidad. Ese proyecto fue derivado de ese rompimiento que hice, en el momento en que me pregunté: ¿qué estoy yo dando la sociedad y al mundo con lo que hago? Me queda claro cómo me beneficio, pero no veo dónde está ese valor para los demás. El ego necesita lo suyo, sí, pero hacer música sólo para éste, eso es lo que ya no me gusta.
A los 25 años inició tu labor como docente, ¿qué enseñanzas te han dado tus alumnos?
—Todas, me comprueban si lo que estoy enseñando es lo que creo que estoy dando, porque en ellos puedo verificar si funciona o no, y he tenido que replantearme la parte pedagógica porque el hecho de que toquen el piano es importante, pero lo más trascendental para mí es que cuando se retiran de mis clases, sean mejores personas.
¿Cuál es tu visión del trabajo que se está realizando actualmente en Querétaro, específicamente en tu área?
—Hay mucha actividad y ha habido bastante evocación, aunque mucha gente no lo diga. Por ejemplo, la Orquesta que tenemos es de las mejores del país, el trabajo que se hizo con el antiguo director (José Guadalupe Flores) fue una gran labor, y eso fue lo que llevó a la OFEQ a tocar como lo hacen hoy en día; ahora con el nuevo director, Ludwig Carrasco, es una nueva propuesta y es un cambio muy positivo, ya lo escuché, lo vi dirigir y es un extraordinario director, hace un trabajo estupendo, es muy certero. La orquesta suena muy bien. Me da mucho gusto que hay bastante actividad artística en Querétaro, y eso es una ganancia, sobre todo para los jóvenes, que con eso ya no están tan expuestos a distracciones.
¿Cuándo serán tus próximas presentaciones?
—El 13 de diciembre me voy a Italia para hacer un mini tour, voy a tocar en Milán y Roma, además veré a un maestro con el que voy a prepararme, después de estos conciertos. Y para 2019 tengo programada una presentación con la OFEQ, por el momento está contemplada una fecha de febrero, con un concierto de Mozart, pero vamos a esperar a que confirmen todo para poder invitarlos a todos.
bft