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Una pequeña parte de Armenia en Querétaro

El pintor armenio David Sahakyants cumple el sueño de visitar México para presentar su trabajo en el Museo de la Ciudad

FOTO: ROCIO G BENITEZ
19/02/2024 |06:35
Rocío G. Benítez
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A los 15 años de edad, David Sahakyants leyó un libro sobre México, así comenzó su interés por la figura de Quetzalcóatl y la cultura de este país. Esa fascinación resulta una extrañeza para cualquier armenio, pero no para David. Él es un armenio que quizá en otra vida fue mexicano, dice con una ligera sonrisa.

“Siempre fue mi sueño venir aquí, tocar esa cultura, acercarme de una manera más tangible”, expresa el artista en entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro. Y el anhelo se cumplió con una invitación del Museo de la Ciudad para presentar una exposición individual, misma que se inauguró en el 27 aniversario de este espacio museístico. Convirtiendo esta visita en su primera expedición a aquel territorio imaginado.

David no vino solo a México, llegó con la animación de su padre, el reconocido Robert Sahakyants (1950-2009); y ayer se presentó una retrospectiva de su trabajo. Logrando que el Museo de la Ciudad presente, entre pintura y animación, una parte muy significativa de Armenia en Querétaro.

La obra de David es una mezcla de estilos, temas, colores, un laberinto de trazos que cautivan al espectador. Desde los tres años empezó a dibujar y luego de estar 12 años en una academia de arte, siguió pintando hasta que se integró al estudio de animación de su padre, todavía fundado en la Unión Soviética.

El interés por la cultura mexicana también es visible en su obra pictórica, sin desentenderse de sus raíces, de ahí que describe su trabajo como una mezcla de estilos y culturas.

“Al final soy un pintor en Armenia, en algún lugar, al otro lado del mundo, que está pintando cosas que tienen relación con la historia azteca, este otro mundo completamente distinto. Otra cosa que se puede ver en las pinturas es que no son estáticas, a menudo hay personajes que se repiten tal vez en diferentes poses, como si fuera una especie de los cuadros de animación, aunque no sea planeada”.

Esta es la primera vez que David Sahakyants visita México y algo que temía es decepcionarse de todo aquello que él mismo fue animando en su mente, con tantas historias y leyendas, y una nutrida imaginación, propia del ser artista. Y es que, sin saber por qué, se volvió tan apasionado de la tierra azteca, que hasta es aficionado de la Selección Mexicana.

“Estaba preocupado, después de toda la imaginación, los sueños románticos de la juventud que se habían construido desde Armenia acerca del país mexicano, pero fuimos a las pirámides de Teotihuacán y justamente cualquier clase de decepción desapareció”.

David ve la pintura y la animación muy distantes unas de otras, y aunque ha recibido comentarios que lo alientan a llevar su pintura a la animación, explica que esa migración es complicada.

“Son estilos que están completamente aislados, nada de lo que pinto en el papel se traduce en la animación. Uno nunca podría ver su obra y decir, este pintor hizo esta animación; sin embargo, en los gestos de los personajes y en ciertas maneras de ponerlos en el papel se puede trazar el movimiento que hay en la animación. Un amigo de mi padre, Alexander Petrov, director de El viejo y el mar, me dijo: ‘Te urge encontrar la manera de animar esas pinturas’. Pero llevar esos dibujos a la animación ha sido difícil, es difícil transformarlo, y a pesar de que hay excursiones en esa dirección, es todavía algo muy experimental”.

En la obra animada de David, él mismo encuentra ciertas características de las enseñanzas de su padre, pero también recuerda que su padre, cuando veía lo que animaba le decía: “En esta familia, el pintor eres tú, yo soy el director”.

David estará unos días más en México, visitará Yucatán y hará registros de ciertos motivos para nuevas pinturas, así, habrá en Armenia una pequeña parte de México.

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