La historia dice que fue un 25 de julio de 1531, con un enfrentamiento entre españoles e indios chichimecas en la zona donde hoy se encuentra el Templo de la Cruz, que inició la fundación de la ciudad de Querétaro, que hoy cumple 490 años.

Pero más allá del mito fundacional —que habla del eclipse solar en el Cerro de Sangremal, donde apareció la figura de Santiago apóstol y junto a él una gran cruz luminosa—, se encuentra la historia de un pequeño pueblo de paso que con el tiempo se convirtió en una ciudad con más de 1 millón de habitantes, una fuerte presencia del sector industrial, un crecimiento casi desmedido de su población, así como la explotación de sus mantos acuíferos, que al día de hoy ya parecen insuficientes.

A casi 500 años de su fundación, Querétaro lucha contra el tiempo para resolver problemáticas que parecen cada vez mayores: el aumento de las familias que llegan a vivir a la ciudad, el incremento de vehículos en circulación, la contaminación ambiental, visual y auditiva, la construcción de nuevos fraccionamientos y zonas de vivienda vertical, la inseguridad creciente y la explotación de zonas naturales.

Para el antropólogo Edgardo Moreno Pérez, la historia fundacional de Querétaro va más allá de repasar las batallas para conquistar el territorio queretano, pues también se trata de una reflexión sobre la transformación de la ciudad, detectar cuáles son los retos presentes y cómo resolverlos.

“Aún se tiene el debate de si fue conquista o fundación, pero más allá de eso debemos reflexionar sobre la historia de un pueblo de paso que ha cambiado con el transcurso de los siglos hasta convertirse en la ciudad que actualmente es Querétaro. Una ciudad que construimos propios y extraños, una ciudad multicultural”, comenta.

Un problema centenario que sigue presente en la urbe es la lucha por el agua que abastece a Querétaro. Moreno detalla que en los primeros años de la ciudad, el agua provenía de El Pathé y San Juan de los Alamos, incluso los barrios de San Francisquito y la Divina Pastora reñían por el suministro del vital líquido; en la actualidad el agua viene desde Zimapán, aunque la Universidad Autónoma de Querétaro ha advertido que el líquido tiene ciertos niveles de contaminación por los minerales que se encuentran en esa zona.

“En el siglo 16 eramos apenas 500 personas, para el siglo 17 y 18 ya éramos 50 mil, para mediados del siglo 20 éramos 120 mil, y ahora somos más de un millón de personas viviendo en esta área urbana. Eso implica muchos retos, pero también muchas oportunidades”.

“El sector inmobiliario en gran parte ha detonado el crecimiento de esta mancha urbana, la problemática es que esto debe generar una planeación estratégica, unos correctos marcos normativos para atenuar esa urbanización tan acelerada, las tareas son muy evidentes, priorizar zonas verdes y de eso nos hemos olvidado, ya no tenemos cerros que rodean la ciudad de Querétaro, el impacto demográfico ha sido muy fuerte, ya no hay agua ni siquiera en los mantos acuíferos que se pensaron para 2030”.

A esto se suman los problemas de urbanización, contaminación ambiental, empleo, movilidad, seguridad, servicios públicos y demás aspectos que deben crecer y mejorarse a la par que el crecimiento demográfico de la ciudad. Sin embargo, Pérez considera que el panorama aún no es apocalíptico, y que tanto sociedad como autoridades estamos a tiempo de actuar y solucionar de forma temprana estas problemáticas.

El antropólogo también afirma que, pese al crecimiento de la población, las tradiciones y queretaneidad aún no desaparecen, aunque sí se encuentran en un proceso de transformación.

Por lo que considera necesario que las tradiciones religiosas y sociales sigan presentes y sean alimentadas tanto por queretanos de nacimiento, como por las nuevas familias que han llegado a vivir de estados vecinos.

“Las tradiciones cambian, las costumbres se han adaptado desde aquel Querétaro del siglo 16 con la llegada de nuevos vecinos que traen nuevas ideas, pero en eso está la esperanza, en cómo hay personas que a través de las prácticas sociales y otras costumbres todavía se recrean fiestas tradicionales como la llegada de la Virgen del Pueblito, el día de la Santa Cruz, en algunos barrios se sigue manteniendo las costumbres de hacer vestidos de los santos, los carros bíblicos, esas son raíces de la queretaneidad que todavía está vigente, lo importante es cómo construimos este espacio los propios y los extraños para tener un sistema de valores, de creencias y una cultura de paz”, comenta.

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