Colón es un destino que conquista con su historia en el estado de Querétaro, sus rutas culturales y, por supuesto, su gastronomía tradicional.
Entre sus encantos se encuentra una joya que deleita paladares desde hace casi ocho décadas: la nevería Puebla, un lugar emblemático para quienes buscan saborear auténticas nieves artesanales.
Desde 1946, la nevería Puebla se ha convertido en un referente de sabor y nostalgia en el corazón de Colón.
Ubicada en la calle Álvaro Obregón, esta nevería no es sólo un sitio para disfrutar de un delicioso helado, es también un pequeño museo viviente.
Sus paredes están adornadas con piezas, colecciones y antigüedades que transportan a los visitantes a tiempos pasados, creando un ambiente único donde el sabor se mezcla con la historia.
Este espacio familiar ha heredado la tradición de generación en generación. David, actual encargado del lugar, comparte cómo desde niño aprendió el oficio junto a su padre, cultivando una pasión por las nieves artesanales que hoy sigue vigente y se refleja en cada preparación.
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La nevería Puebla destaca por sus sabores auténticos y únicos, con especialidades que compiten con las mejores nieves de la capital. Su mantecado es una verdadera joya gastronómica, cremoso y lleno de personalidad, que compite con los clásicos más reconocidos.
Pero no se quedan ahí: la nieve de garambullo, elaborada con fruta regional, ofrece una experiencia fresca y exótica, ideal para quienes buscan probar algo diferente.
Además, la nevería incluye en su menú sabores típicos como limón, vainilla, fresa y chocolate, junto con opciones menos comunes como nieve de pulque, guamiche, pitaya y nopal, demostrando un profundo respeto por los ingredientes locales y la tradición.
Si visitas Colón, la nevería Puebla es una parada obligada para refrescar tu día con un sabor que ha sido parte de la identidad local por décadas.
Para completar la experiencia, te recomendamos combinar tu visita con un recorrido cultural que incluya la majestuosa Basílica de la Virgen de los Dolores de Soriano y una parada en la tradicional panadería El Güero para probar su pan artesanal, especialmente su famosa empanada rellena de piloncillo.