Extrañando salir, pero agradecida por la oportunidad de estar en un espacio seguro durante el confinamiento impuesto por el Covid-19, se encuentra la artista visual, escritora y activista feminista, Irasema Fernández. Y en entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro, la joven platica de su conferencia magistral, programada para este viernes, a las nueve de la mañana, en el Hay Festival Digital Querétaro 2020, en el que enviará un mensaje sororo.

¿Qué proyectos tenías que se cancelaron por la pandemia?

—Me encanta hacer acción pública en la calle, iba a pintar dos murales en el Estado de México y los tuve que posponer indefinidamente.

¿Y qué temas han salido de este confinamiento, para tu obra?

—Pienso mucho en estar en el espacio privado y en el espacio público y cómo estando dentro de nuestras casas a veces lo que más queremos es correr y salir, y pensar que hay mucha gente que no puede quedarse en casa y que hay muchas mujeres que dentro de casa están sufriendo mucha violencia, que para ellas es continuamente un espacio de conflicto, la casa es un espacio que si lo piensas en comunidad puede ser seguro, pero también sabes que afuera la violencia a las mujeres sigue vigente.

Y se ha visto, se han presentado problemas de violencia a la mujer durante la pandemia.

— Sí, y es muy tremendo, desafortunadamente hay muchas mujeres que en este tiempo en que yo he estado encerrada y por fortuna segura están padeciendo; pienso mucho en cómo podemos hacer para que otras mujeres también se encuentren en estos espacios seguros.

Tus planes con esos temas...

—Parte de lo que preparé en la charla del Hay Festival tiene que ver con eso, la charla se llama “Narrativas Móviles”, ahí cuento un poco sobre mi labor como escritora, ilustradora y activista. Y mi activismo siempre ha estado en la calle, en la vía pública, ahora que estoy aquí adentro pienso cómo seguir creando narrativas para colocarlas en el espacio público, hacer que todas las mujeres nos sintamos sujetas, políticas e históricas de nuestra vida y experiencia como conocimiento legítimo, que a veces se quiere callar, pero pienso mucho en eso, en lo importante que es hablar, crear comunidad a través de la experiencia propia.

Tú como artista visual y como escritora, ¿cómo manejas el proceso, qué dejas para la literatura y qué llevas a lo visual?

—Cuando empecé a escribir noté que el camino de la escritura es muy largo y de mucha paciencia, y estilísticamente un proceso de años, yo sentía que necesitaba crear un mensaje, llegar a la gente, pero no quería crear fábulas o dar lecciones a través de la literatura, y me di cuenta que con el activismo, colocando los mensajes transmitidos por medio de una imagen o por medio de frases concretas, me permitía trasladar esos mensajes, porque con la escritura me iba a leer mi papá, mi mamá, algunos amigos, amigas, y se acaba, pero creando estas narrativas móviles del espacio privado al espacio público empecé a acercarme a gente con la que nunca hubiera interactuado ni en redes sociales, ni en espacios elitistas, como puede ser el mundo de la cultura, sino que estaba dialogando con gente de a pie, y para mí eso ha sido muy importante.

¿Qué te llevó al activismo?

—Querer compartir mensajes de sororidad con otras mujeres y crear espejos en la vía pública, en donde yo ponía una ilustración, un mural, un mensaje, tal vez pegados, para empezar a crear esos espejos, y me di cuenta que sí, pensaba que la gente me iba a ignorar, porque entre tanta basura publicitaria y política se pierden los mensajes, pero noté que no, la gente en la calle siempre está muy al pendiente de su entorno, no me enfoco mucho en la Ciudad de México, para mí es muy importante la periferia y el Estado de México, donde hay más violencia de género, y empecé a recibir mensajes en los que la gente se reconocía y pedía ayuda para ir a pintar donde ellas vivían porque era un lugar poco seguro.

¿Desde cuándo eres activista y cómo has visto la evolución del movimiento?

—Antes fui activista pero concretamente empecé hace tres años, y veo que muchas mujeres nos estamos encontrando, acompañando, compartiendo nuestras experiencias, y creando espacio seguros y de sanación, pero por otra parte veo que la violencia a las mujeres ha recrudecido como un efecto ante esa exigencia justa para detener las violencias, porque cuando una mujer alza la voz, hay un mensaje que dice, ‘No, cállate’. Y veo eso, que la violencia hacia las mujeres ha recrudecido en México de manera increíble, hace dos años siete mujeres eran asesinadas, cada día, y ahorita los reportes dicen que son entre 11 y 12 mujeres. No veo un mensaje positivo en cuanto a la violencia que recibimos, pero sí con relación a los espejos que encontramos entre nosotras para crear otras narrativas.

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