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POR: POLLO ROCK
@pollorockmusica
Hijo de una leyenda del América, exfutbolista del Necaxa, estrella de la lucha libre y mentor de jóvenes con discapacidad, Chessman es mucho más que un gladiador. Su historia vibra entre los contrastes del deporte, la música electrónica y una causa social que lo aleja del estereotipo de luchador.
Kevin Citlali Martínez Zamora, mejor conocido en la lucha libre como Chessman, no siempre pensó en subir al cuadrilátero. Antes de transformarse en el Asesino de la luz roja, su sueño era vestir la camiseta del América y seguir los pasos de su padre, Javier Titino Martínez Arredondo, exjugador de las Águilas en los 60.
Criado en Villa Nicolás Romero, en el Estado de México, su infancia transcurrió entre balones y entrenamientos. Fue parte de las fuerzas básicas del Necaxa. Pero la historia no tuvo final feliz.
Durante un interescuadras, una fuerte entrada suya provocó la lesión de un jugador extranjero. El técnico Chato Ortiz no vio futuro en él y, tras ese incidente, le cerraron las puertas. “Ahí entendí que en el futbol también hay favoritismos. No importa el corazón que le pongas si no eres parte del negocio”, confiesa. Fue entonces que la lucha libre se convirtió en su nuevo destino.
El nacimiento del Asesino de la luz roja
Pese a la negativa inicial de su padre, Citlali comenzó a entrenar luchando en el circuito independiente. Su físico no pasó desapercibido, y fue recomendado por La Parka al fundador de AAA, Antonio Peña. Aunque su primer intento falló, luego tendría su revancha.
Debutó en 2001 como parte de la facción Black Family, junto a Cuervo, Scoria y Charly Manson. Se consolidó como uno de los pilares de AAA y miembro clave de los Hell Brothers, junto al Cibernético y Charly Manson.
Más allá del ring: mentor de guerreros con discapacidad
Lejos de las luces, Chessan encontró una nueva forma de transformar vidas. En Nicolás Romero impulsa un proyecto de inclusión social mediante la lucha libre. En colaboración con el gobierno municipal, inauguró un gimnasio comunitario donde entrena a niños y jóvenes con discapacidad.
Entre sus alumnos se encuentran Mariposa, Warrior Life y Blue Queen, quienes, bajo su tutela, han encontrado un espacio de autoestima, seguridad y crecimiento personal. “Estos chicos son más grandes que cualquier campeón. Lo que para muchos es fácil, para ellos es una hazaña diaria. Me dan más fuerza de la que yo podría darles”, asegura.
Su trabajo no sólo es físico. Chessman se ha convertido en guía emocional, profesor y ejemplo. “Hay gente que se queja por cualquier cosa. Ver a estos jóvenes superarse todos los días me llena el alma”, dice.
Electrónica, humildad y el regreso de los Hell Brothers
Chessman disfruta de la música electrónica, colecciona vinilos y mantiene su vida alejada del escándalo mediático. “Lo mío no es la fama, es la conexión con la gente”, afirma.
Su retorno junto a los Hell Brothers, ahora también en el circuito independiente, marca una nueva etapa. “No sé cuánto tiempo estaremos aquí, pero mientras estemos, vamos a hacer pedazos a quienes se nos crucen”, bromea. “Es lo que la gente quiere, y aquí estamos”.